Mientras subo la escalera -sé que me llama-, escucharía un piano escondido detrás de alguna puerta en alguno de los pisos tocando una melodía lenta y misteriosa, subrayando la profunda soledad de la escena.
No sé si llegaría a la puerta final, aquella donde sé -lo siento lo escucho lo sé,- que está el fantasma. No quisiera arruinar la maravillosa melancolía de sentirme solo y sentir miedo, en este lugar de sueño, en donde yo no soy yo sino algo que voló por los aires sintiéndose libre, sabiendo que no duraría mucho tiempo.
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