Vino el fantasma a visitarme y lo dejé pasar.
Abrío la puerta con un ligero viento
y yo, de espaldas,
asentí.
Dejé que me invadiera poco a poco,
que me tocara la piel erizada,
que me silbara al oído su música preferida.
Y me rendí ante su presencia rota
mientras miraba al sol frío entrar por la ventana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario