Para mí, la identidad es la suma constante de experiencias que van formando una moral personal, y que, aunque tiene profundas raíces en la familia y el entorno inmediato –la escuela, el país, etc-, puede ir cambiando según sea la vida de una persona. No existe la identidad fija, sino una identidad mutable que gira alrededor de un centro determinado desde que somos niños.
Creo que lo que nos define es lo que pensamos y lo que hacemos. Buenas tardes, soy Joaquín, y soy así, nomás, lo que ven. ¿Que qué soy? Soy producto de una mezcla entre todo lo que he vivido y lo que me han enseñado. Intento buscarme e identificarme en todo lo que veo y también adaptarme a cualquier circunstancia y de entender al otro desde su punto de vista. Soy mexicano, soy lancasteriano, soy chilango, soy de Tlalpan. Soy un poco de mi madre, soy un poco de mi padre, de mis amigos, de mis libros, de lo que me gusta; pero también soy lo que no soy y lo que no me gusta. Soy un cúmulo de experiencias que me ponen en donde estoy hoy.
También creo que uno puede tener muchas identidades y no necesariamente estas se cancelan. Yo soy uno aquí pero soy otro en otro lado –aunque estos dos ni se niegan ni se olvidan. En lo que viene sé que cambiarán cosas, tal vez tenga una vida común –terminar la carrera, encontrar trabajo, casarse, tener hijos,- o no, hacer otra cosa. Pero sé que seguiré siendo yo, y seguiré viendo al Joaquín de ocho años que era fan de Tutankamón, al Joaquín de la prepa que estaba medio güey, al de hoy, del cual me reservo comentarios, y así a todos los Joaquines que me antecedan.
La identidad es un camino personal, común y de gran escala. Personal porque es como nuestro currículo, común porque hay quienes tienen un currículo parecido y de gran escala porque en con ella se hacen pueblos y mundos. Así, a través de la identidad soy en la vida.
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