Tardes de jacarandas moradas,
tardes doradas,
tardes de luz infinita y cielos azules hasta el horizonte.
Tardes húmedas,
tardes de montañas,
tardes de balcones y terrazas.
Tardes de sobremesa con café y chocolate,
tardes de música,
tardes de agarrarte la mano y sonreírte.
Tardes de aviones,
de esos que dejan una estela blanca detrás,
volando ahí arriba sin un rumbo aparente,
viendo por la ventana, callados,
cómo el sol dorado se pone atrás del Ajusco,
echando una sombra sobre el Valle que nosotros
abajo
vemos desde nuestra ventana, pensando en cuándo volaremos,
cuándo seremos nosotros los que veamos una tarde desde
arriba,
dejando todo atrás, olvidándonos por un segundo que después
llega la noche.
¿Cuántas tardes nos quedan?
¿Cuántas tardes antes de que el sol se ponga y aparezcan las
primeras luces?
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