4.4.13

De la geometría y el paisaje.



En realidad el paisaje nos asusta, estar perdidos nos da miedo. La mente humana, racional, clasifica y define: de manera taxonómica, asocia los comunes y segrega las diferencias. Pero el paisaje es demasiado vasto y complejo para ser explicado de manera simple. Kant y lo sublime.
   Claro, al paisaje podemos mapearlo, podemos hablar del clima, de la vegetación, de topografía, de hidrografía; podemos también hablar de sociología, antropología, economía o historia. Pero aún así, si nos agarra la noche en medio del valle, no podremos evitar sentir el miedo de estar desubicados, el miedo de lo desconocido.
   La condición básica para la existencia del paisaje es el observador. El paisaje es subjetivo. Si no existe un punto de vista, una perspectiva, el paisaje es meramente espacio vacío, desprovisto de significado.
   Cómo me acuerdo de la vez que fui a Tilaco. En medio de la Sierra Gorda de Querétaro (mapa, topografía), un pueblo chiquitito en el valle (antropología, tal vez urbanismo, mapa a mayor escala), al que se llega desde las montañas. Todo el terreno está cubierto de arbustos bajos y poco cerrados, de unos dos metros de altura. Nunca hay grandes árboles (vegetación). El pueblo es importante porque su iglesia forma pate de la red de conventos franciscanos que Fray Junípero Serra construyera en el s.XVIII y que hoy son Patrimonio Cultural de la Humanidad (historia). Hoy, los habitantes de este pueblo se dedican principalmente a la agricultura de consumo propio (economía).
   Pero todo esto no explica la sensación de llegar a Tilaco. Una carretera sinuosa, que va bajando poco a poco por las laderas de las montañas, serpenteando, contenida entre los arbustos bajos. Cada tanto y de manera totalmente aleatoria, el paisaje se abre y se puede ver todo el valle. Acá cerca se alcanza a ver una laguna pequeña, pero en realidad no hay nada más. Pasamos una curva, otra curva, y de repente lo vemos por primera vez: el campanario del convento (el resto del pueblo no se ve). Por supuesto que ante la majestuosidad de las montañas no es nada. Tendrá, a lo mucho, unos 15 metros de alto. Pero esta torre, color crema y tierra, domina el paisaje como ningún árbol, ninguna montaña, ningún río lo podría hacer nunca. Y es este espectáculo de entrar y salir del valle mientras el coche va bajando, esta emoción de estar esperando el momento en el que vuelva a aparecer la torre, lo que hace que ese punto del paisaje sea un destino, sea un lugar, y no simplemente otro valle en la Sierra.
   ¿Por qué? La geometría es racional, es mesurable. La geometría es impuesta como el lenguaje es impuesto. La geometría es humana. La geometría simboliza y particulariza. La geometría destaca. El paisaje, vacío, es el no-lugar. En el momento en que se le impone la geometría, el paisaje se carga de significado.
   En realidad el paisaje nos asusta, pero la geometría, impuesta por lo humano, nuestro par, nos tranquiliza.







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