Dos personas en una mesa. Fondo negro. Una lámpara cuelga desde arriba, iluminando la mesa justo en el centro.
-¿Qué horas son?
-Ahorita.
-Qué respuesta tan más de güeva.
-Te equivocas, es la mejor respuesta.
Fade out.
31.1.09
29.1.09
28.1.09
Overheard - 5
Caminando por el Centro de Tlalpan, escucho al viene viene gritar:
¿Ya se fue congeladas, chicharrones?
Volteo y veo a un vato llevando un carro de chicharrones, que contesta:
No, creo ni vino.
¿Dónde quedaron elotes, camisetas y alebrijes, a poco tampoco vinieron?
23.1.09
El gato de peluche
Sigo de vacaciones y no he hecho nada en todo el día. Me la he pasado pegado a la computadora viendo barras y porcentajes mientras mi hermana -a unos metros de mi y pegada a su propia compu,- me pone nervioso porque se ríe a diestra y siniestra de cosas que yo no estoy viendo y que, cuando me explica, no entiendo. Por si fuera poco es viernes y mis prospectos de salir son casi nulos. Nadie me ha hablado, nadie me ha escrito y ya hice dos cafés que me tomé sin disfrutarlos mucho, ni modo de hacerme otro. En fin, me siento como una venus flytrap sin carnada.
En un arranque de desesperación corro a mi cuarto y me aviento en la cama. Después de refunfuñar por unos minutos y pelearme con sábanas y almohadas, levanto la vista y veo que el gato de peluche -ese que alguna vez me regaló mi madre y al que nunca le hice caso,- está sobre la cabecera de la cama que está enfrente de mi. Me da risa porque parece que él decidió subirse y estar ahí nomás echado, con esa cara de "ternura" de los muñecos de peluche. Pobre, tiene una cara de tedio y aburrimiento que no puede con ella.
Descubro que me está viendo, y no sólo eso sino que además podría jurar que me está viendo desde que entré y me dejé caer cual bulto de papas en la cama. Me cae que esa mirada quiere decirme algo. Me da pena porque a decir verdad es la primera vez que noto al pobre gatito en años y ahora siento que es el único que me entiende, el único que sabe exactamente cómo me siento, el único que también quiere salir del tedio. Sé que eso es mi culpa y creo que me siento mal. Pobre gatito...
En un arranque de desesperación corro a mi cuarto y me aviento en la cama. Después de refunfuñar por unos minutos y pelearme con sábanas y almohadas, levanto la vista y veo que el gato de peluche -ese que alguna vez me regaló mi madre y al que nunca le hice caso,- está sobre la cabecera de la cama que está enfrente de mi. Me da risa porque parece que él decidió subirse y estar ahí nomás echado, con esa cara de "ternura" de los muñecos de peluche. Pobre, tiene una cara de tedio y aburrimiento que no puede con ella.
Descubro que me está viendo, y no sólo eso sino que además podría jurar que me está viendo desde que entré y me dejé caer cual bulto de papas en la cama. Me cae que esa mirada quiere decirme algo. Me da pena porque a decir verdad es la primera vez que noto al pobre gatito en años y ahora siento que es el único que me entiende, el único que sabe exactamente cómo me siento, el único que también quiere salir del tedio. Sé que eso es mi culpa y creo que me siento mal. Pobre gatito...
Ruta Bicentenario
Viajando entre la Ciudad de México y Querétaro, noté una serie de signos en la carretera con "2010" grabado en dorado que informan a los conductores y pasajeros de la susodicha ruta. Por más que me parezca una mamada, entiendo que estos lugares (Querétaro, San Juan del Río, Tepotzotlán, etc) hayan sido importantes en la lucha de Hidalgo, que tuvo que recorrerlos para llegar a la Ciudad de Mexico-a la cual decidió no entrar. Sin embargo, ver estos mismos letreros en Alchichica, Puebla, conocido cementerio de carrozas de camiones de carga, es motivo de risa. ¿Qué carajos es la Ruta Bicentenario?
19.1.09
Propuesta para nuevo museo
Siguiendo la tendencia contemporánea de ponerle nombres confusos a los nuevos museos de la ciudad, propongo la creación del Museo Mexicano de las Manualidades, o MMM. Se invita a los lectores a proponer otros títulos.
Esa oportunidad de regresar
Despertaste en un tren en movimiento y no hay nadie.
Estoy en una ciudad de calles vacías, es de noche y hace frío. A mí alrededor se elevan edificios altos en cuyas cortinas se proyectan siluetas de gente que desconozco. Con la luna llena como testigo, camino un par de cuadras acompañado de hilera tras hilera de ventanas.
Te levantas de tu asiento e intentas ir hacia el vagón de enfrente, nada más para ver si ahí hay alguien. No hay nada más que un radio que toca una melodía sutil que sientes conocer.
Creo escuchar una puerta cerrándose en ese callejón. Corro, pero cuando llego no queda ni el murmuro del golpe. Quiero entrar a algún lugar pero no puedo, aunque parece que siempre estoy a punto de llegar.
Te relajas escuchando la música y te sientas y miras por la ventana. Hay un atardecer tan perfecto que sonríes. Lejos de donde estás ves a otro tren que es igual al tuyo pero se mueve en dirección contraria. Parece interminable, piensas.
Al final de una calle larga veo a un coche que entra en ella. Se frena. Del asiento trasero baja una persona y camina dos pasos hacia la banqueta. Se agacha y deja algo en el piso. Le grito desesperado pero aunque lo alto de los edificios hace que el eco de mis palabras resuene en toda la calle, la persona no voltea. Empiezo a correr mientras la persona sube al coche, que arranca. Cuando llego, veo que lo que dejó es una taza de café. ¿Por qué alguien dejaría una taza de café en medio de la calle?
El murmullo del tren y la cómoda tonada de la música te adormecen poco a poco. Sueñas estar en un coche que avanza por las calles de una ciudad en donde no hay nadie y hace frío y es de noche y parece que la luna llena te observa. En un momento el coche –que parece que se conduce solo- frena y como jalado por algo más que tu impulso, te bajas, avanzas hacia la banqueta y dejas sobre ella una taza de café. Inmediatamente te entra un miedo enorme y regresas al coche, que arranca.
Decido tomar el café para calentarme. Al acercarlo a mis labios el olor entra en mi cabeza. Me invade un calor que conozco y que me hace sentir bien. De repente estoy en el vagón de un tren en el que iba de niño con mi madre, que me señalaba por la ventana a otro tren que pasaba por enfrente de nosotros. ¡Parece interminable!, le decía a mi madre.
Despiertas de tu pesadilla y respiras profundo. Sigues en el tren. Te asomas por la ventana y ves que el otro tren sigue ahí, igual de infinito. En la ventana de uno de los vagones alcanzas a distinguir a un niño y a su madre que señalan a tu tren. El niño, emocionado, ríe.
Estoy en una ciudad de calles vacías, es de noche y hace frío. A mí alrededor se elevan edificios altos en cuyas cortinas se proyectan siluetas de gente que desconozco. Con la luna llena como testigo, camino un par de cuadras acompañado de hilera tras hilera de ventanas.
Te levantas de tu asiento e intentas ir hacia el vagón de enfrente, nada más para ver si ahí hay alguien. No hay nada más que un radio que toca una melodía sutil que sientes conocer.
Creo escuchar una puerta cerrándose en ese callejón. Corro, pero cuando llego no queda ni el murmuro del golpe. Quiero entrar a algún lugar pero no puedo, aunque parece que siempre estoy a punto de llegar.
Te relajas escuchando la música y te sientas y miras por la ventana. Hay un atardecer tan perfecto que sonríes. Lejos de donde estás ves a otro tren que es igual al tuyo pero se mueve en dirección contraria. Parece interminable, piensas.
Al final de una calle larga veo a un coche que entra en ella. Se frena. Del asiento trasero baja una persona y camina dos pasos hacia la banqueta. Se agacha y deja algo en el piso. Le grito desesperado pero aunque lo alto de los edificios hace que el eco de mis palabras resuene en toda la calle, la persona no voltea. Empiezo a correr mientras la persona sube al coche, que arranca. Cuando llego, veo que lo que dejó es una taza de café. ¿Por qué alguien dejaría una taza de café en medio de la calle?
El murmullo del tren y la cómoda tonada de la música te adormecen poco a poco. Sueñas estar en un coche que avanza por las calles de una ciudad en donde no hay nadie y hace frío y es de noche y parece que la luna llena te observa. En un momento el coche –que parece que se conduce solo- frena y como jalado por algo más que tu impulso, te bajas, avanzas hacia la banqueta y dejas sobre ella una taza de café. Inmediatamente te entra un miedo enorme y regresas al coche, que arranca.
Decido tomar el café para calentarme. Al acercarlo a mis labios el olor entra en mi cabeza. Me invade un calor que conozco y que me hace sentir bien. De repente estoy en el vagón de un tren en el que iba de niño con mi madre, que me señalaba por la ventana a otro tren que pasaba por enfrente de nosotros. ¡Parece interminable!, le decía a mi madre.
Despiertas de tu pesadilla y respiras profundo. Sigues en el tren. Te asomas por la ventana y ves que el otro tren sigue ahí, igual de infinito. En la ventana de uno de los vagones alcanzas a distinguir a un niño y a su madre que señalan a tu tren. El niño, emocionado, ríe.
16.1.09
12.1.09
9.IX.2001
"Los Siglos, como sabemos,
no empiezan cuando deben, sino cuando quieren."
Enrique Krauze, Letras Libres no. 120no empiezan cuando deben, sino cuando quieren."
11.1.09
Lista
¿Han notado que Mayotte antecede a México en todas las listas de países del interné? Por mucho tiempo preguntábame dónde carajos era Mayotte (al mismo tiempo que me burlaba del nombre). Como con todas esas preguntas tontas que uno se hace, nunca me puse a buscar la respuesta hasta hoy. Resulta que Mayotte, o Mahoré, es una isla que forma parte de la territorios franceses de ultramar -decidido por ellos mismos en el 76 con un 99.6% de aprobación-, y es, por tanto, miembro de la comunidad europea. Se encuentra en el archipiélago de las Comoras, que están en el Océano Índico, entre Madagascar y Mozambique. Sus lenguas oficiales son el francés, el mahores y el malgache y sus habitantes, que cantan por himno la Marsellesa, no suman más de 200 mil.
Nasma Choudjaidine, Miss Mayotte
Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Mayotte
Nasma Choudjaidine, Miss Mayotte
Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Mayotte
8.1.09
Ya no estás aquí
Me estoy bañando y escucho una rola en el radio que me recuerda una época olvidada. (¿Cuál será el sentido que más memorias evoca?)
7.1.09
Ritmo
Ritmo de vida 1 (escuela): levantarse antes de que salga el sol, bañarse lo más rápido posible, quemarse la garganta con un café que ni disfruto, salir a pelearse con los conductores suicidas y la afonía de claxonazos mañaneros, llegar a inventarse un lugar en un estacionamiento a reventar, tomar una clase medio de güeva, tomar una clase medio interesante, salir a tomar el sol cinco minutos, regresar a otra clase en la que me quedo dormido y luego, a casa, a comer un poco y chambear hasta la noche, luego tal vez cenar con los cuates y después a dormir. Duración: 17 semanas.
Ritmo de vida 2 (vacaciones): despertar y quedarse un rato en la cama, viendo por la ventana un jardín que conozco de memoria, levantarse e ir a la cocina a tomar café caliente y aromático mientras se leen los encabezados del día, pasar aduana con el rey de porcelana antes de prender la chompu, checar el mail -que nunca tiene nada nuevo-, echarle un ojo a los encabezados internacionales, checar el mail -que sigue sin algo interesante-, comer, regresar a checar el mail (vacío), ver si ya subieron fotos de las fiestas a las que no fui, comer algo, apagar la chompu desesperadamente y subir a leer alguna cosa nueva. Duración: 9 semanas.
Y así hasta que acabe la carrera. My, my...
Ritmo de vida 2 (vacaciones): despertar y quedarse un rato en la cama, viendo por la ventana un jardín que conozco de memoria, levantarse e ir a la cocina a tomar café caliente y aromático mientras se leen los encabezados del día, pasar aduana con el rey de porcelana antes de prender la chompu, checar el mail -que nunca tiene nada nuevo-, echarle un ojo a los encabezados internacionales, checar el mail -que sigue sin algo interesante-, comer, regresar a checar el mail (vacío), ver si ya subieron fotos de las fiestas a las que no fui, comer algo, apagar la chompu desesperadamente y subir a leer alguna cosa nueva. Duración: 9 semanas.
Y así hasta que acabe la carrera. My, my...
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