5.9.14

Nada significan los segundos en este espacio blanco y unidireccional.

I

Promuevo mi lenta agonía,
mi caminar hacia una hoguera inevitable,
fomento mi propio y
catastrófico destino.
Busco cosas que me desvíen
aunque las busque sin querer encontrar
algo
que me saque,
que me mueva,
que me diga que hay algo más.

II

Freno de vez en cuando
(aunque sé que no se puede frenar)
para intentar voltear atrás,
para ver
si en algún momento,
si en un instante de distracción,
puedo encontrar el punto exacto en el que tracé este camino.

(Pero no puedo parar.
No puedo ver para atrás.
No puedo hacer nada más.)

III

Continuo entonces con el rumbo de los días,
con el tránsito marcado por una mano que parece ajena
(pero que soy yo)
que se mira al espejo sin reconocerse
y que pierde la capacidad de hablar.
No tiene sentido,
me digo,
le digo,
nos decimos,

y echamos a andar.

IV

Y en el tránsito descubro cosas
y olvido las que dejo atrás
y siento el espeso caldo del tiempo
detrás de mí, brumoso e impenetrable.
Y adelante sólo veo la niebla
y la incierta certeza de un rumbo
que me pertenece.
Nada significan los segundos
en este espacio
blanco y unidireccional.

V

Solo existen la duda
y el deseo mortal.

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