Nico y yo no nos llevamos bien. Él cree que soy su enemigo, pero a mi me da igual. Nico no se acuerda de cuando yo jugaba con él cuando era chico. Nico no se acuerda de que yo lo hacía pasársela bien. Nico es un malagradecido. Ahora me reclama cuando quiere algo. Se sienta y me grita y yo no siempre le hago caso. Conozco sus caprichos. Cuando quiere quiere e insiste. Me molesta. (A veces le hago caso, a veces cuando lo escucho me paro y voy a pregntarle que qué. Hago lo que me pide y no me agradece, no me voltea a ver. Pasa a mi lado rápido y sin mirar atrás, como si yo no existiera.)
Nico y yo no hablamos el mismo idioma. Yo le caigo mal porque cree que soy arrogante, a mi me cae mal porque es un caprichoso. Luego lo veo sentado tomando el sol cuando cree que está solo, luego me ve y, como siempre, se espanta y se va. Entro a su cuarto y está medio dormido en un sillón. Se despierta y me mira a los ojos con mirada de reclamo. Ese es el único momento en que me deja acercarme a él. Últimamente, a Nico le ha dado por sentirse gárgola. Se sube a los techos -no sin gracia,- y se queda ahí parado horas. Según él está viendo la calle y a los que pasan por ahí. Cree que nos vigila y se toma su papel muy en serio. Si alguien sale, en especial yo, y lo ve ahí postrado, inmóvil, como gárgola, Nico voltea y deja escapar un maullido incomprensible.
Creo que Nico no es tan mal tipo, pero me tiene pánico, y a mi, la verdad, me da un poco de pena.
28.4.09
Post 29.VIII
Aprendí a mentir.
Aprendí a ser ventrílocuo con la sonrisa,
Aprendí a ver sin mirar,
Aprendí a caminar con tacones,
Me enseñé el arte de maquillarse,
Me enseñé cómo despertar en gris,
Tuve que forzarme a apagar la luz sin mover una ceja,
Me hice un suéter de estambre de hierro,
Aprendí a ser ventrílocuo con la sonrisa,
Aprendí a ver sin mirar,
Aprendí a caminar con tacones,
Me enseñé el arte de maquillarse,
Me enseñé cómo despertar en gris,
Tuve que forzarme a apagar la luz sin mover una ceja,
Me hice un suéter de estambre de hierro,
y le di un abrazo al aire
que pasó por tu almohada vacía.
que pasó por tu almohada vacía.
24.4.09
INVITA CALDERÓN AL NARCO - Se habla de estrategia de contagio por influenza
Reuters.- En comunicado de prensa fechado el día de hoy, viernes 24 de abril de 2009, el presidente de los Estados Unidos Mexicanos, ciudadano Felipe Calderón Hinojosa, extiendió una formal invitación a todos los líderes de los grupos de crimen organizado y narcotráfico a visitar la Ciudad de México. En caso de llevarse a cabo, esta reunión busca pugnar por la paz entre los diferentes bandos y el Gobierno.
Sin embargo, la noticia no ha sido bien recibida por los invitados y ninguno de ellos ha confirmado su asistencia. Joaquín "el Chapo" Guzmán, líder del Cartel del Golfo, ha declarado desde su casa y en entrevista con el Arzobispo de Durango que a él no le interesa venir. Afirma que la estrategia de Calderón es muy obvia y que parece formulada por un niño. "No, cómo cree, si ese Calderón nos invita no es para negociar la paz, es nomás por eso de la influenza, a ver si nos contagiamos y ya. Yo ni madre voy", dijo.
Al parecer, los esfuerzos del Presidente para combatir la situación de guerra civil que se ha sucitado en el norte del país seguirán apoyándose más en el Ejército y no en epidemias, como él esperaba. "Ni modo, mi querido Eduardo, ahí pa'la próxima nos inventamos otra mejor".
Sin embargo, la noticia no ha sido bien recibida por los invitados y ninguno de ellos ha confirmado su asistencia. Joaquín "el Chapo" Guzmán, líder del Cartel del Golfo, ha declarado desde su casa y en entrevista con el Arzobispo de Durango que a él no le interesa venir. Afirma que la estrategia de Calderón es muy obvia y que parece formulada por un niño. "No, cómo cree, si ese Calderón nos invita no es para negociar la paz, es nomás por eso de la influenza, a ver si nos contagiamos y ya. Yo ni madre voy", dijo.
Al parecer, los esfuerzos del Presidente para combatir la situación de guerra civil que se ha sucitado en el norte del país seguirán apoyándose más en el Ejército y no en epidemias, como él esperaba. "Ni modo, mi querido Eduardo, ahí pa'la próxima nos inventamos otra mejor".
22.4.09
Cuando muere la muñeca de cartón
Con olor a meados
a vino
y a sudor,
te recibo en la puerta de mi casa,
Pasa.
No esperes mucho
que no está arreglada,
le falta pintarse
le falta vestirse
ponerse guapa.
Le falta la mano
le faltan los pies.
Tal vez si los ves al revés
puedas, con una mirada
decirle qué chulada
qué primor
quiero un besito de tu boca de algodón.
(Pero sabemos bien
que ya no tiene rubor
que ya no tiene ganas
ni de pararse
ni de comer
ni de reír, jugar, bailar
ni de besar, robar, mentir
ni de correr, gritar, amar.)
Ha caido como un ángel desdichado
jodido y no arreglado
dejado del lado
del mal de amor,
que no llora
que no perdona
que no nos mueve
muñeca de cartón.
Sal por la puerta de atrás, que esto no lo quieres ver.
Ni gris ni negro ni blanco ni ruido ni nada
sólo la silla y la muñeca ahí sentada
desvestida
ensimismada
devastada
carita de cartón.
Sal antes de que llores y no voltées
no dudes ni un segundo
que alguna vez hubo azul profundo.
No dudes ni un segundo
que sí pasó.
Pero de esto que no te quede memoria alguna
pues es ahora una amargura sin dicha
sin muñeca
sin corazón.
Y si te quedas nomás no lo digas
nomás no te la creas,
que luego igual y sí es verdad,
que no tenemos nada
que no nos sobra nada
que no nos falta nada
sólo un poco de piedad.
Y si lo tienes
en la punta de la lengua
no lo digas
no lo pienses
no lo saques ya
que es tarde
que es temprano
y además de todo,
ya casi no es verdad.
a vino
y a sudor,
te recibo en la puerta de mi casa,
Pasa.
No esperes mucho
que no está arreglada,
le falta pintarse
le falta vestirse
ponerse guapa.
Le falta la mano
le faltan los pies.
Tal vez si los ves al revés
puedas, con una mirada
decirle qué chulada
qué primor
quiero un besito de tu boca de algodón.
(Pero sabemos bien
que ya no tiene rubor
que ya no tiene ganas
ni de pararse
ni de comer
ni de reír, jugar, bailar
ni de besar, robar, mentir
ni de correr, gritar, amar.)
Ha caido como un ángel desdichado
jodido y no arreglado
dejado del lado
del mal de amor,
que no llora
que no perdona
que no nos mueve
muñeca de cartón.
Sal por la puerta de atrás, que esto no lo quieres ver.
Ni gris ni negro ni blanco ni ruido ni nada
sólo la silla y la muñeca ahí sentada
desvestida
ensimismada
devastada
carita de cartón.
Sal antes de que llores y no voltées
no dudes ni un segundo
que alguna vez hubo azul profundo.
No dudes ni un segundo
que sí pasó.
Pero de esto que no te quede memoria alguna
pues es ahora una amargura sin dicha
sin muñeca
sin corazón.
Y si te quedas nomás no lo digas
nomás no te la creas,
que luego igual y sí es verdad,
que no tenemos nada
que no nos sobra nada
que no nos falta nada
sólo un poco de piedad.
Y si lo tienes
en la punta de la lengua
no lo digas
no lo pienses
no lo saques ya
que es tarde
que es temprano
y además de todo,
ya casi no es verdad.
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la ondita que me dio por escribir "poesía"
8.4.09
De cómo paso mis tardes
Ya me siento como tu papá. No es que te crea mi hija, ni mucho menos; es nomás porque ahora dedico mis tardes libres a escuchar discos. Escucho muchos discos. Discos completos, discos con sal, discos buenos, discos malos, discos que de plano hubiera sido mejor ni grabar. Escucho discos y pienso en cuáles mandarte. Me acuerdo de la guitarrita y las uñitas largas y los lentecitos y la sonrisita: Petit papá. Lo único que me falta es un charpi y un arturito y un sillón forrado de piel medio destrozado por destrozos que desconozco.
En las tardes me siento y escucho discos que no escuchas tú. Escucho discos que me gustan, discos que casi no escucho, discos que son más disco que el disco mismo. Discos que me recuerdan cosas que no viví, discos que me recuerdan cosas que sí viví, discos que te gustarían a ti pero a mi no y al revés. Discos de plata, discos con mar, discos que me hablan de otro mundo. Discos de jazz, discos de rock, discos de dulce.
Y luego con un charpi -ese que no tengo como tampoco tengo ese sillón ni a arturito ni a una hija,- me siento a marcar con líneas las canciones que no me gustan, las dos o tres buenas, las que creo que te gustarían. Me siento y los escucho de principio a fin y es un momento mío en el que estás sin estar porque en realidad no estás aunque cómo quisiera que estuvieras. Pero no me preocupa tanto: yo paso las tardes escuchando discos. Discos sin nombre, discos llenos de historia, discos de alguien que conozco. Discos que me recomiendan, discos que busco, discos que encuentro. Discos que rompen, discos que enmiendan, discos que son horas y palabras y momentos y un segundo en el que me pierdo.
Y así paso mis tardes, escuchando discos, y aunque no tengo arturito, ni charpie, ni sillón, ni hija, sé que de alguna manera te tengo a ti y por eso paso mis tardes escuchando discos, para saber cuáles mandarte, a ver si te gustan.
En las tardes me siento y escucho discos que no escuchas tú. Escucho discos que me gustan, discos que casi no escucho, discos que son más disco que el disco mismo. Discos que me recuerdan cosas que no viví, discos que me recuerdan cosas que sí viví, discos que te gustarían a ti pero a mi no y al revés. Discos de plata, discos con mar, discos que me hablan de otro mundo. Discos de jazz, discos de rock, discos de dulce.
Y luego con un charpi -ese que no tengo como tampoco tengo ese sillón ni a arturito ni a una hija,- me siento a marcar con líneas las canciones que no me gustan, las dos o tres buenas, las que creo que te gustarían. Me siento y los escucho de principio a fin y es un momento mío en el que estás sin estar porque en realidad no estás aunque cómo quisiera que estuvieras. Pero no me preocupa tanto: yo paso las tardes escuchando discos. Discos sin nombre, discos llenos de historia, discos de alguien que conozco. Discos que me recomiendan, discos que busco, discos que encuentro. Discos que rompen, discos que enmiendan, discos que son horas y palabras y momentos y un segundo en el que me pierdo.
Y así paso mis tardes, escuchando discos, y aunque no tengo arturito, ni charpie, ni sillón, ni hija, sé que de alguna manera te tengo a ti y por eso paso mis tardes escuchando discos, para saber cuáles mandarte, a ver si te gustan.
Perfil del loser
Mis drunk calls se han convertido en drunk blog entries. ¿Qué hay peor que eso?
La situación: después de un día largo, con un empate que supo a derrota, un pescado que parecía chicle y harta chamba de güeva, decidimos reventar un poco, why not. La cosa es que se nos acabó el alcohol muy rápido. Lo que no se acabó fue la música y los fritos bailando alrededor de una mesa redonda mientras cantan canciones ochenteras. Ahí siguen, como poseídos por el ritmo ragatanga, mientras yo posteo esto que no tiene ningun sentido.
La siguiente rola es Escuela de Calor, Radio Futura. Me voy a unir al ritual orgiástico.
La situación: después de un día largo, con un empate que supo a derrota, un pescado que parecía chicle y harta chamba de güeva, decidimos reventar un poco, why not. La cosa es que se nos acabó el alcohol muy rápido. Lo que no se acabó fue la música y los fritos bailando alrededor de una mesa redonda mientras cantan canciones ochenteras. Ahí siguen, como poseídos por el ritmo ragatanga, mientras yo posteo esto que no tiene ningun sentido.
La siguiente rola es Escuela de Calor, Radio Futura. Me voy a unir al ritual orgiástico.
5.4.09
Mecánica del caldo
Eso: me siento como en un caldo de carnitas
de esos bien grasosos
y llenos de aceite quemado
donde flota un puerco completo.
Lo único que hace que me mueva
es el gran remo de madera
que no muevo yo sino otra cosa
que le da cierta gracia a la grasa.
Sólo falta que me pidan
de buche
de nana
de nenepil
para terminar con todo
para entrar enrollado en un tracto desconocido
para pasar de grasa a ácido
para desintegrarme y acabar, literalmente
hecho mierda.
Pero mientras
el remo sigue dando vueltas pa'delante y pa'trás
moviemiento circular uniforme que crea ondas en una superficie
y la densidad también de un momento
¿qué sé yo, incómodo?
pero del que no puedo salir hasta que me pidan
de esos bien grasosos
y llenos de aceite quemado
donde flota un puerco completo.
Lo único que hace que me mueva
es el gran remo de madera
que no muevo yo sino otra cosa
que le da cierta gracia a la grasa.
Sólo falta que me pidan
de buche
de nana
de nenepil
para terminar con todo
para entrar enrollado en un tracto desconocido
para pasar de grasa a ácido
para desintegrarme y acabar, literalmente
hecho mierda.
Pero mientras
el remo sigue dando vueltas pa'delante y pa'trás
moviemiento circular uniforme que crea ondas en una superficie
[uniforme que soy yo
y nadie másy la densidad también de un momento
¿qué sé yo, incómodo?
pero del que no puedo salir hasta que me pidan
con jardín
bien picado o en trozo
de nana
de buche
de cuerito
de maciza
de nenepil.
de buche
de cuerito
de maciza
de nenepil.
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la ondita que me dio por escribir "poesía"
'Choo like tags?
Me complazco en presentar mi último descubrimiento: los tags. (Etiquetas para la RAE.) Están ahí abajito..
Lollipop o Epílogo de una Chaquetez
Empezó y terminó como casi todo y como casi nada. Ahora me acuerdo que fue ridículo. Es más, es tan ridículo que ni lo voy a relatar, que nomás voy a pasar un mal rato.
Lo que sí es que acabó el porompompom y sus derivados. Ya no más "you've got mail" ni restricciones; ya no más -ay es que eres grosero,- ni -¿por qué no se juntan? ni mi silencio posterior. La neta murió antes de su concepción y disque acabó bien; pero ps mira, para qué hacerse güey, no nos entendíamos. Me cae que intenté, pero sabíamos bien -y francamente lo supimos desde el principio,- que nomás no jalaba. Es mejor así, las cosas duras y a la cara; sin rodeos pa'que luego no vengan a contarle y le pinten la situación color de rosa.
Digamos que no me siento mal. Si no jala, no jala y punto; tampoco hay que forzar las cosas. Lo que me molesta sobremanera es darme cuenta que nomás no pifa entre polos opuestos. Todo ese rollo magnético es pura lengua que cuando se pone en práctica pierde sentido tan rápido como un -bueno, y ¿qué te gusta? seguido de un silencio que guarda entre paréntesis una cachetada.
Por cierto, no me agradezcas, en serio, no tiene nada que ver con eso. Así como no usamos las mismas palabras tampoco soy parte de tu protocolo ni quiero serlo. Si de juegos se trata prefiero las escondidillas o las trais, ahí por lo menos te cansas de reír y correr y no de estar intentando entender a una persona que no tiene el más mínimo interés en ponerse en tus zapatos tan siquiera un segundo.
Ahora es momento de decirte un adiós que ni siento ni espero que se convierta en hasta pronto. Adiós, persona gris, de corazón te deseo un contraste buena onda.
Lo que sí es que acabó el porompompom y sus derivados. Ya no más "you've got mail" ni restricciones; ya no más -ay es que eres grosero,- ni -¿por qué no se juntan? ni mi silencio posterior. La neta murió antes de su concepción y disque acabó bien; pero ps mira, para qué hacerse güey, no nos entendíamos. Me cae que intenté, pero sabíamos bien -y francamente lo supimos desde el principio,- que nomás no jalaba. Es mejor así, las cosas duras y a la cara; sin rodeos pa'que luego no vengan a contarle y le pinten la situación color de rosa.
Digamos que no me siento mal. Si no jala, no jala y punto; tampoco hay que forzar las cosas. Lo que me molesta sobremanera es darme cuenta que nomás no pifa entre polos opuestos. Todo ese rollo magnético es pura lengua que cuando se pone en práctica pierde sentido tan rápido como un -bueno, y ¿qué te gusta? seguido de un silencio que guarda entre paréntesis una cachetada.
Por cierto, no me agradezcas, en serio, no tiene nada que ver con eso. Así como no usamos las mismas palabras tampoco soy parte de tu protocolo ni quiero serlo. Si de juegos se trata prefiero las escondidillas o las trais, ahí por lo menos te cansas de reír y correr y no de estar intentando entender a una persona que no tiene el más mínimo interés en ponerse en tus zapatos tan siquiera un segundo.
Ahora es momento de decirte un adiós que ni siento ni espero que se convierta en hasta pronto. Adiós, persona gris, de corazón te deseo un contraste buena onda.
3.4.09
Mientras duermes
Estoy de mal humor, no hay porqué negarlo. Llevo horas sin parar de trabajar y nunca he sentido ni la más mínima gana de hacerlo. Por si fuera poco, me falta muchísimo todavía y esto parece no acabar. Decido salir a caminar y comprobar si eso de andar por calles vacías y en la noche realmente sirve para quitar el hastío. (En realidad sólo voy al Oxxo por una chela y unos cigarros, pero hay que meterle interés a esto.)
Cuando salgo de casa paso al lado de un hombre que está inmerso en un cuaderno, en el que anota cosas. Tiene una linterna en la boca. El lugar es una de esas unidades habitacionales setenteras, con filas y filas de edificios descarapelándose. Ojo: son como las tres de la mañana. ¿Qué hace un tipo anotando en un cuaderno a esta hora y en este lugar que parece como una hipócrita mímica del socialismo?
Las calles están vacías porque es lunes. Los semáforos parpadean en amarillo en una avenida que se siente dormida. De repente pasa un coche que me echa las altas. Camino y cruzo un par de calles y llego a mi destino: un luminoso local en cuyo umbral duermen tres vagos tapados con cajas de cartón -sí, sí es cierto que duermen así, no es cliché. La doña que atiende el Oxxo tiene una jeta del tamaño del mundo y recibe mi pago de manera gruñona y malhumorada. Regreso por la avenida y entro en la unidad. Paso un par de bloques y llego al sitio del señor del cuaderno.
Luego me dicen que es peligroso, que no ande solo por la calle, que hay gente mala a esas horas y que yo, siendo un güero, tendría que tener cuidado. Pero a mi me gusta salir así, me gusta pasear por una calle vacía, me gusta el ritmo de los faros de luz y cómo se mueve mi sombra debajo de ellos. Sé que se divierte.
Al pasar por su lado noto que ya no tiene la linterna en la boca sino en una mano. El cuaderno y la pluma los tiene en la otra. Me señala con la linterna en un movimiento silencioso. Sé que me llama a mi porque hace una señal como de morse, apagando y prendiendo la linterna. Cuando me acerco me hace una seña rara. Sé que me está pidiendo un cigarro. Lo saco, se lo doy, lo prendo. Da la primera bocanada como si fuera una delicia fumar. Saca el humo y como si se abriera una cortina veo sus ojos fijos en mi. Estira el brazo y me da el cuaderno y la pluma. La lintera la deja en el suelo cuando se levanta y se va, dejándome solo enmedio de los coches y los edificios.
Todo está quieto. Entre los coches se mueve alguien que va fumando y se acerca a la puerta del único edificio que tiene una ventana prendida. Cuando se mete al edicicio me doy cuenta que me falta esperar a que pase alguien más antes de que salga el sol.
Cuando salgo de casa paso al lado de un hombre que está inmerso en un cuaderno, en el que anota cosas. Tiene una linterna en la boca. El lugar es una de esas unidades habitacionales setenteras, con filas y filas de edificios descarapelándose. Ojo: son como las tres de la mañana. ¿Qué hace un tipo anotando en un cuaderno a esta hora y en este lugar que parece como una hipócrita mímica del socialismo?
Las calles están vacías porque es lunes. Los semáforos parpadean en amarillo en una avenida que se siente dormida. De repente pasa un coche que me echa las altas. Camino y cruzo un par de calles y llego a mi destino: un luminoso local en cuyo umbral duermen tres vagos tapados con cajas de cartón -sí, sí es cierto que duermen así, no es cliché. La doña que atiende el Oxxo tiene una jeta del tamaño del mundo y recibe mi pago de manera gruñona y malhumorada. Regreso por la avenida y entro en la unidad. Paso un par de bloques y llego al sitio del señor del cuaderno.
Luego me dicen que es peligroso, que no ande solo por la calle, que hay gente mala a esas horas y que yo, siendo un güero, tendría que tener cuidado. Pero a mi me gusta salir así, me gusta pasear por una calle vacía, me gusta el ritmo de los faros de luz y cómo se mueve mi sombra debajo de ellos. Sé que se divierte.
Al pasar por su lado noto que ya no tiene la linterna en la boca sino en una mano. El cuaderno y la pluma los tiene en la otra. Me señala con la linterna en un movimiento silencioso. Sé que me llama a mi porque hace una señal como de morse, apagando y prendiendo la linterna. Cuando me acerco me hace una seña rara. Sé que me está pidiendo un cigarro. Lo saco, se lo doy, lo prendo. Da la primera bocanada como si fuera una delicia fumar. Saca el humo y como si se abriera una cortina veo sus ojos fijos en mi. Estira el brazo y me da el cuaderno y la pluma. La lintera la deja en el suelo cuando se levanta y se va, dejándome solo enmedio de los coches y los edificios.
Todo está quieto. Entre los coches se mueve alguien que va fumando y se acerca a la puerta del único edificio que tiene una ventana prendida. Cuando se mete al edicicio me doy cuenta que me falta esperar a que pase alguien más antes de que salga el sol.
Suplicio metrobusero
Parte 1
Cuando abrió sus puertas, miles de usuarios se avalanzaron sobre sus flamantes plataformas para atiborrar los camiones con un olor mezcla de gel, cebo y perfume sudado. No encontrabas lugar. Para entrar, incluso si no era hora pico, tenías que esperarte uno o dos camiones en una estación que de ancho tiene para dos gordos o cuatro flacos apretados. Después entrabas a un lugar tan lleno que ni siquiera podías ver si traías desamarradas las agujetas. Veías a los pobres chaparros con la chamarra del de enfrente embarrada en su cara y si te descuidabas podías darle un besito a alguien. Para bajar: agárrate, Ulises. Si no te ponías vivo tenías que ir a la siguiente estación, bajar y regresar en el de vuelta. Eso sí, llegabas rápido a donde fueras.
Parte 2
Ahora que abrieron la malconstruida extensión de la Ruta 1 (CU-Caminero), el gobierno de Marcelo decidió invertir en pinchemil camiones nuevos -eso sí, flamantes. El resultado es que ahora se viaja con cierta comodidad. Vas apretado, pero no le vas oliendo la cabeza al de enfrente. El problema radica en que son tantos los camiones, que generalmente hay tres en fila en una estación, lo cual hace que el tiempo de recorrido aumente considerablemente, haciendo todo el suplicio metrobusero aún más desesperante.
Pregunto, ¿en serio no se pueden planear más las cosas? Porque parece que en este país de sexenios, las cosas siempre se hacen mal y de malas y, como sabemos, las cosas mal hechas terminan costando más.
Cuando abrió sus puertas, miles de usuarios se avalanzaron sobre sus flamantes plataformas para atiborrar los camiones con un olor mezcla de gel, cebo y perfume sudado. No encontrabas lugar. Para entrar, incluso si no era hora pico, tenías que esperarte uno o dos camiones en una estación que de ancho tiene para dos gordos o cuatro flacos apretados. Después entrabas a un lugar tan lleno que ni siquiera podías ver si traías desamarradas las agujetas. Veías a los pobres chaparros con la chamarra del de enfrente embarrada en su cara y si te descuidabas podías darle un besito a alguien. Para bajar: agárrate, Ulises. Si no te ponías vivo tenías que ir a la siguiente estación, bajar y regresar en el de vuelta. Eso sí, llegabas rápido a donde fueras.
Parte 2
Ahora que abrieron la malconstruida extensión de la Ruta 1 (CU-Caminero), el gobierno de Marcelo decidió invertir en pinchemil camiones nuevos -eso sí, flamantes. El resultado es que ahora se viaja con cierta comodidad. Vas apretado, pero no le vas oliendo la cabeza al de enfrente. El problema radica en que son tantos los camiones, que generalmente hay tres en fila en una estación, lo cual hace que el tiempo de recorrido aumente considerablemente, haciendo todo el suplicio metrobusero aún más desesperante.
Pregunto, ¿en serio no se pueden planear más las cosas? Porque parece que en este país de sexenios, las cosas siempre se hacen mal y de malas y, como sabemos, las cosas mal hechas terminan costando más.
2.4.09
Retratos del Metro
He estado haciendo retratos de gente en el metro, nomás para pasar el tiempo. Tiene cosas padres, como la emoción de saber que los trazos tienen que ser rápidos y precisos, pues nunca sabes cuándo se van a mover o cuándo se van a bajar. Otra cosa interesante es ver la reacción de la gente, pues aunque generalmente busco sujetos dormidos o que están leyendo alguna cosa, algunas veces dibujo a los que me están viendo. De este grupo, hay algunos que se ponen nerviosos y se empiezan a mover más, otros que se sacan de onda y parece que hasta se enojan y hay algunos que hasta posan. En este ciudad de tantas vidas sé que no los volveré a ver, pero ahora tengo un registro de ellos plasmado en papel.
(Insert name) - II
Si supieras que hablo contigo casi todos los días, que eres como mi punching bag con el que desquito todo lo que me molesta, que cuando me pasa algo de eso que te pone la piel chinita te lo cuento todo aunque no estés, aunque se me olvide luego luego. Si supieras que en la noche te digo todos los detalles de mi día y que cuando tengo un destello de brillantez y locura, de esos en los que se te ocurre la solución, eres la primera en saberlo aunque nunca lo sepas. Si supieras esto y todo lo demás, pero luego me acuerdo que existe una barrera que nunca podremos cruzar o que tal vez no quisimos cruzar, pues no es tan fácil cuando uno está tan lejos.
Y luego salimos en una cita que tal vez no pasa, y caminamos por un lugar en el que no hay más color que nosotros, y chiflamos una tonada que los dos conocemos, y no hace falta nada porque te estoy contando todo eso que me tiene vivo, y es entonces cuando más te siento inerte, porque sé que aunque me encantaría escuchar tus respuestas y hablar contigo, lo que me respondes en realidad lo respondo yo. Entonces me acuerdo que sólo es una ilusión y que no estás ni existes como yo creo.
Pero sigo diciéndotelo, sigo contándote las cosas porque eres mi punching bag, ¿te acuerdas? Y creo que no pierdo la cabeza, aunque puede ser que la haya perdido desde hace rato. Aguántame un ratito, ahorita voy para allá. Espérame, que te alcanzo..
Y luego salimos en una cita que tal vez no pasa, y caminamos por un lugar en el que no hay más color que nosotros, y chiflamos una tonada que los dos conocemos, y no hace falta nada porque te estoy contando todo eso que me tiene vivo, y es entonces cuando más te siento inerte, porque sé que aunque me encantaría escuchar tus respuestas y hablar contigo, lo que me respondes en realidad lo respondo yo. Entonces me acuerdo que sólo es una ilusión y que no estás ni existes como yo creo.
Pero sigo diciéndotelo, sigo contándote las cosas porque eres mi punching bag, ¿te acuerdas? Y creo que no pierdo la cabeza, aunque puede ser que la haya perdido desde hace rato. Aguántame un ratito, ahorita voy para allá. Espérame, que te alcanzo..
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