3.4.09

Mientras duermes

Estoy de mal humor, no hay porqué negarlo. Llevo horas sin parar de trabajar y nunca he sentido ni la más mínima gana de hacerlo. Por si fuera poco, me falta muchísimo todavía y esto parece no acabar. Decido salir a caminar y comprobar si eso de andar por calles vacías y en la noche realmente sirve para quitar el hastío. (En realidad sólo voy al Oxxo por una chela y unos cigarros, pero hay que meterle interés a esto.)

Cuando salgo de casa paso al lado de un hombre que está inmerso en un cuaderno, en el que anota cosas. Tiene una linterna en la boca. El lugar es una de esas unidades habitacionales setenteras, con filas y filas de edificios descarapelándose. Ojo: son como las tres de la mañana. ¿Qué hace un tipo anotando en un cuaderno a esta hora y en este lugar que parece como una hipócrita mímica del socialismo?

Las calles están vacías porque es lunes. Los semáforos parpadean en amarillo en una avenida que se siente dormida. De repente pasa un coche que me echa las altas. Camino y cruzo un par de calles y llego a mi destino: un luminoso local en cuyo umbral duermen tres vagos tapados con cajas de cartón -sí, sí es cierto que duermen así, no es cliché. La doña que atiende el Oxxo tiene una jeta del tamaño del mundo y recibe mi pago de manera gruñona y malhumorada. Regreso por la avenida y entro en la unidad. Paso un par de bloques y llego al sitio del señor del cuaderno.

Luego me dicen que es peligroso, que no ande solo por la calle, que hay gente mala a esas horas y que yo, siendo un güero, tendría que tener cuidado. Pero a mi me gusta salir así, me gusta pasear por una calle vacía, me gusta el ritmo de los faros de luz y cómo se mueve mi sombra debajo de ellos. Sé que se divierte.

Al pasar por su lado noto que ya no tiene la linterna en la boca sino en una mano. El cuaderno y la pluma los tiene en la otra. Me señala con la linterna en un movimiento silencioso. Sé que me llama a mi porque hace una señal como de morse, apagando y prendiendo la linterna. Cuando me acerco me hace una seña rara. Sé que me está pidiendo un cigarro. Lo saco, se lo doy, lo prendo. Da la primera bocanada como si fuera una delicia fumar. Saca el humo y como si se abriera una cortina veo sus ojos fijos en mi. Estira el brazo y me da el cuaderno y la pluma. La lintera la deja en el suelo cuando se levanta y se va, dejándome solo enmedio de los coches y los edificios.

Todo está quieto. Entre los coches se mueve alguien que va fumando y se acerca a la puerta del único edificio que tiene una ventana prendida. Cuando se mete al edicicio me doy cuenta que me falta esperar a que pase alguien más antes de que salga el sol.

1 comentario:

Felipe Cervera dijo...

Pues para escritos frustrado se te da muy bien esto de la fitsion ja! esta chido este texto carnal! abrazo. Ojala encuentres a alguien antes del amancer.... no te vayas a hacer calabaza!