Con olor a meados
a vino
y a sudor,
te recibo en la puerta de mi casa,
Pasa.
No esperes mucho
que no está arreglada,
le falta pintarse
le falta vestirse
ponerse guapa.
Le falta la mano
le faltan los pies.
Tal vez si los ves al revés
puedas, con una mirada
decirle qué chulada
qué primor
quiero un besito de tu boca de algodón.
(Pero sabemos bien
que ya no tiene rubor
que ya no tiene ganas
ni de pararse
ni de comer
ni de reír, jugar, bailar
ni de besar, robar, mentir
ni de correr, gritar, amar.)
Ha caido como un ángel desdichado
jodido y no arreglado
dejado del lado
del mal de amor,
que no llora
que no perdona
que no nos mueve
muñeca de cartón.
Sal por la puerta de atrás, que esto no lo quieres ver.
Ni gris ni negro ni blanco ni ruido ni nada
sólo la silla y la muñeca ahí sentada
desvestida
ensimismada
devastada
carita de cartón.
Sal antes de que llores y no voltées
no dudes ni un segundo
que alguna vez hubo azul profundo.
No dudes ni un segundo
que sí pasó.
Pero de esto que no te quede memoria alguna
pues es ahora una amargura sin dicha
sin muñeca
sin corazón.
Y si te quedas nomás no lo digas
nomás no te la creas,
que luego igual y sí es verdad,
que no tenemos nada
que no nos sobra nada
que no nos falta nada
sólo un poco de piedad.
Y si lo tienes
en la punta de la lengua
no lo digas
no lo pienses
no lo saques ya
que es tarde
que es temprano
y además de todo,
ya casi no es verdad.
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