Las sillas
vacías
me hablan de lo que estábamos haciendo.
Los vasos
vacíos
todavía huelen a alcohol.
En las paredes
queda el eco
de palabras y de risas.
Mi cabeza
a punto de explotar
me pide dormir un poco más.
Pero yo tengo que limpiar
el desmadre que hicimos ayer,
a pesar de traer una cruda
moral
mortal.
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