Híjole, qué cabrón, estuve como media hora y ni bajaste. La neta lo respeto y lo entiendo, pero igual está jodido.
Cuando oí a tu madre decirme que si podía lanzarme no lo dudé mucho. No sé porqué fui. Supongo que me interesa mucho la chamba, pero por la chamba en realidad puedo esperar. Total, ando en fin de semestre, no puedo meterle mucho ahorita, tengo que pasar mis materias. No, neta fui porque quería que te asomaras. Quería darte un abrazo, quería que me dijeras que estabas bien. Quería verte.
Y eso que estuve un buen rato. Llegué, saludé a tus padres, me senté con ellos, hablamos un buen rato. Tu mamá estaba haciendo esas empanadas tan buenísimas que hace. Tu papá, como siempre, tan buen tipo. Me dijeron todo lo que pensaban, que los servicios aquí, que tal vez un tapanco acá, que los baños. Yo les dije lo de la tierra, lo de los cimientos, lo de los costos. Y terminamos bien, con una palabra de buena onda. Adiós, Juaco, gracias por venir. (Chale, si supieran..) Al contrario, les dije, gracias a ustedes por todo, la neta son unos rifados -eso para mi, claro, me están ofreciendo un chambononón.
Me volteé, creo que acaricié a uno de los perros, no me acuerdo a cuál, abrí la puerta, y con un buenas noches me fui. El salúdenme a las chicas, el ¿y está? me lo ahorré. No sé por qué. Podría haberlo preguntado, total.. Pero no lo hice. Sólo salí y caminé. Obvio volteé a ver tu ventana, esperando no sé, tu silueta por lo menos. Nada. Me gusta pensar que ora sí va en serio y hasta que no pase no nos vemos y ya. Pero sí fue peliculesco, totalmente peliculesco, esa escena donde va una silueta con un cigarro en la mano caminando hacia la cámara que está mirando una ventana iluminada de donde no sale nadie.
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