Cuando cumplió los dieciocho y salió de la prepa se fue de ahí. Estaba sola, la pobre morra, y se fue para allá donde nacieron sus papás, a un paisito de por donde fue esa guerra. Kosovo, ¿no? Ándale, por ahí, dizque a dar clases de inglés y de danza. Y ahí estuvo un ratote, como queriendo buscarse a si misma. Luego se aburrió y se fue para otro lado, y así anduvo, de lugar en lugar, sin nunca poder sentar cabeza. Eso sí, todos sus líos los había dejado atrás; ya ni chupaba.
Ya grandecita llegó acá. Dicen que esta pinche ciudad no le gustaba ni tantito, pero que era bien cumplidora y quiso acabar su contrato de maestra. Ahí dando clases lo conoció. Ese vato era cagado, un chaparrito de padres campechanos que la había hecho chingón por acá. Acababa de divorciarse de una pinche vieja que se la pasaba poniéndole el cuerno con quien la invitara a cenar. Se volvieron muy cuates porque él le contaba todo: lo de los hijos, los abogados, la pensión. Y luego que se enamoran y se quieren casar y se van allá a la tierra de él a casarse.
Total que la morra muy contenta, por fin había conocido a alguien con quien podía estar bien. No quisieron tener hijos, se la pasaban rolando por todo el país con unas motitos muy acá que se compraron, vivían como novios. Pero un día ojete este cabrón -joven, eh, no creas, de unos cuarenta; pues resulta que un día se empezó a sentir bien pinche mal. Una fiebrezota. Fue con un médico pendejón que le dio unas pastillas que lo mandaron a la chingada y a los tres días estaba inconsciente en el hospital, que si no le metían un hígado rápido nomás no la iba a hacer.
Pobre chava, cabrón, no sabía ni qué hacer. Además nunca aprendió bien español. Llegó la familia de este vato, todos de fuera, y esta morra ni los dejó pasar. Estaba que se la llevaba la chingada. A todos les mentaba la madre sin reparo, desde la suegra hasta la abuela y los primitos. Dicen que a la ex mujer casi se la agarra a manotazos.
El vato se murió como a los tres días porque no hubo hígado disponible. Al funeral no pudo ir nadie y no se sabe si lo mandó enterrar o se quedó con las cenizas. Lo último que supimos de ella fue por una llamada de una tal Vivian, que decía que era su tía. Dijo que la andaban busque y busque, que había regresado después de un chingo de años de no ir para allá y que nomás había llegado para encerrarse en un cuartito que le dieron. Al parecer luego se fue así como llegó, sin decirle a nadie, para cualquier parte. Luego ya no supimos ni qué pedo.
1 comentario:
Se me ocurre la idea de que muchos editores, de tanto editar a otros, terminan por escribir mejor que los otros... pero no se atreven a publicar porque... dizque son editores.
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