incesante
por la ventana.
Verano y noches cortas
y sueños largos
y nada qué hacer.
Verano y paseos por la Alameda
verde, oliendo a húmeda
hoja verde que no caerá en mucho tiempo.
Verano y los mayates,
los pinches mayates como tanques ciegos
que vuelan y se estrellan contra todo.
Ruidazo.
Ha llegado el verano
montado en las alas de una nube
que aterrizó sin contratiempos.
Ha llegado el verano a una ciudad que lo pide a gritos.
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