me dijo
cuando me dejó
cuidando a los niños,
solo.
Ahora sé por qué.
Un paraje yermo
donde no hay ritmo
ni voz
se extiende frente a mi
eterno, inmenso como el mar inmenso
de sueño y de miedo.
Y los niños lloran en un rincón
tan lejano que no llego
ni corriendo.
El llanto me atormenta.
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