2.3.09

La ciudad hiper-real o la pérdida del espacio público


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La ciudad es la representación física del afán humano de conquista sobre la naturaleza. Como tal, la ciudad podría considerarse un lenguaje compuesto de una serie de signos que nos guían y nos dicen que por aquí podemos pasar, aquí podemos descansar, aquí vivir, etcétera. Así, a través de sus espacios públicos y según la claridad de estos signos, la ciudad se nos presenta habitable y cómoda o no, más como un lugar hostil.
En lo personal, creo que la ciudad contemporánea se ha alejado, dentro de la conciencia humana, de la idea de un sitio geográfico con dimensiones dadas. Ahora la ciudad se percibe como una compleja red de avenidas y servicios en la que nos desplazamos ignorando nuestro tránsito geográfico. La ciudad se ha adherido a lo que llamaré la hiper-realidad[1], en donde lo que domina es la idea de ciudad y no la ciudad como fenómeno de interacción y cohesión social.
Esta idea de ciudad, o ciudad hiper-real, es la ciudad en la que la gente ha olvidado el verdadero origen de la ciudad. Es la ciudad del consumo insostenible, del triunfo de la industria sobre la materia prima, del descuido y del desperdicio. Es la ciudad en donde vivimos sin vivir. Como resultado, el entorno urbano y sus espacios públicos han pasado a segundo plano pues nos movemos sin ver, guiados por una serie de símbolos que nos llevan del punto A al B, en un tránsito que se nos antoja lineal. Los problemas que citamos de ella se han vuelto banales, y nadie los discute con seriedad; las zonas históricas se consideran un espectáculo al que se va a pasear y no una referencia real; y nos hemos visto invadidos de publicidad y de un afán de estética dictado por modas.
Esto, unido a profundos problemas con las zonas de producción de materias primas, ha permitido primero la explosión demográfica en las ciudades y luego el desarrollo de grandes zonas definidas de la ciudad, como zonas comerciales e industriales que viven de día o “ciudades dormitorio”, en donde el uso es meramente nocturno. Así, la vida citadina se ve obligada a surgir a través de otros medios de comunicación, como el teléfono o el internet, mientras que el contacto humano y la palabra hablada de frente han ido desapareciendo.
Pensar en desarrollo urbano sustentable, que es, a fin de cuentas, pensar en una ciudad contemporánea, debe llevar implícito todas estas reflexiones. Así, tal vez recuperemos el alma mater de cualquier ciudad: el espacio público. Ese espacio real y físico en donde el diálogo triunfa sobre la discusión y los ciudadanos pueden ser eso exactamente: ciudadanos.



[1] Como lo hace Neil Leach en su libro “The Anaesthetics of Architecture” (La anaestética de la arquitectura)

5 comentarios:

.Ana Mata. dijo...

¿Se trata de poder salir a caminar?

Joaquin dijo...

Es más complicado, luego lo platicamos chido..

Sister Twisted dijo...

¡Por favor! Siempre es más intrincado de lo que cualquier ser mortal no-arqui pueda comprender dentro de sus limitadísimos conocimientos y/o sentido común y/o sentido del espacio y/o sentido del humor.
¡Oh Gran Sensei del Urbanismo Contemporáneo Hiperrealista ilumínanos con tu sabiduría de pie de página!

Jejeje. No es cierto. Está cul tu poust.

Sister Twisted dijo...

Pero que esté cul tu poust no quiere decir que al leerlo lo primero que pensé no fue: "Ay, no maaaaaaaa."

La Hija de Jefté dijo...

Con este "post" he recordado mi curso de Geografía e Historia... vimos algo de eso...