7.12.09

IPCC

¿Cómo escribir de algo en lo que no crees, si todo el mundo piensa que existe? ¿Cómo argumentar a favor de algo perdido entre las líneas de un discurso politizado, en el cual no hay espacio para el debate razonable, y sí para una bola de paranóicos que creen que el Apocalipsis está a la vuelta de la esquina?

Yo safo, me cae.

16.11.09

Era Leyba

De veras que el internet no tiene secretos. Quise buscarte -así nomás por curiosidad,- y te encontré. Resulta que tenía mal tu apellido, resulta que Google no miente, resulta que eres mucho más famosa de lo que pensé al principio. Tienes hasta un video en el que presumes tu cuerpo (padre, por cierto).

Quisiera decirte que en el fondo no me arrepiento, que luego las cosas no resultan pero que cómo vas a saber si resultan si nunca las intentas, que estuvo chido mientras duró ese que sé yo que me dio por romper el esquema y que además qué buena onda que te rifaste y así nomás soltaste tu número, sin saber si yo era un chaca de esos que luego te vas topando. Quisiera decirte que hay maneras, también, y que esa no fue la correcta, que lo de los veinte minutos nunca me había parecido tan cierto y que tampoco hay que quedarse tanto tiempo si se ve que nomás no.

Pero bueno, no te lo podré decir porque ya no nos vamos a ver. No fue lo que esperábamos porque tú buscabas algo en mi que yo no soy, y yo sólo quería saber hasta dónde llegaría. Tal vez las cosas a la fuerza no jalan. Aún así te deseo suerte en lo que sea que hagas, a donde sea que vayas, con quien sea que te encuentres. La vida es como un delta que siempre termina en el mar.

10.11.09

Kentdrige

Si pudiera escoger terminaría en un mundo hecho a lápiz, de bordes difusos y sombras indecisas. En una esquina un edificio, seis pisos, balcones y luz de tarde marcada por trazos débiles. De una de las ventanas sale una línea blanca que se mueve como seda en el viento y que en el fondo sé que es un fantasma de mi memoria. Yo sólo volteo para arriba y la veo pasar, tan llena de gracia, línea mía, y meterse en una ventana del edificio de enfrente.

Mientras subo la escalera -sé que me llama-, escucharía un piano escondido detrás de alguna puerta en alguno de los pisos tocando una melodía lenta y misteriosa, subrayando la profunda soledad de la escena.

No sé si llegaría a la puerta final, aquella donde sé -lo siento lo escucho lo sé,- que está el fantasma. No quisiera arruinar la maravillosa melancolía de sentirme solo y sentir miedo, en este lugar de sueño, en donde yo no soy yo sino algo que voló por los aires sintiéndose libre, sabiendo que no duraría mucho tiempo.

8.11.09

Bólido

Irving es un tipo raro.
Irving no lo sabe pero
todo mundo sabe que
Irving es un tipo raro.

Time it was

Quise quererte como quise quererte (ay, cómo quise quererte).

30.10.09

Cd. de México, 31·X·2009

Día ligeramente nublado con probabilidad de lluvia por la tarde.
Máx. 25
Mín. 14
Amanecer. 6:36
Anochecer. 18:29
Humedad. 59%
Presión. 1012mB
Viento. N/NO
Visibilidad. Despejado.

18.10.09

Funeral

Como que ya chole, ¿no? Todo es siempre el y que si, y el no, cómo crees. Pues no, ahora no. Ahora va y va en serio, sin rodeos, sin mirar atrás; cuando estoy solo estoy solo y punto. Que nadie diga que Dios es omnipresente, que nadie venga con cuentos chinos de la moral si ellos mismos ni saben de qué hablan. A todos ellos: valió, jugamos dos y ora sí ya bailó, me voy. Sí, desvelado, güey, pero lo bailado nadie me lo quita...

CURP

Para mí, la identidad es la suma constante de experiencias que van formando una moral personal, y que, aunque tiene profundas raíces en la familia y el entorno inmediato –la escuela, el país, etc-, puede ir cambiando según sea la vida de una persona. No existe la identidad fija, sino una identidad mutable que gira alrededor de un centro determinado desde que somos niños.


Creo que lo que nos define es lo que pensamos y lo que hacemos. Buenas tardes, soy Joaquín, y soy así, nomás, lo que ven. ¿Que qué soy? Soy producto de una mezcla entre todo lo que he vivido y lo que me han enseñado. Intento buscarme e identificarme en todo lo que veo y también adaptarme a cualquier circunstancia y de entender al otro desde su punto de vista. Soy mexicano, soy lancasteriano, soy chilango, soy de Tlalpan. Soy un poco de mi madre, soy un poco de mi padre, de mis amigos, de mis libros, de lo que me gusta; pero también soy lo que no soy y lo que no me gusta. Soy un cúmulo de experiencias que me ponen en donde estoy hoy.


También creo que uno puede tener muchas identidades y no necesariamente estas se cancelan. Yo soy uno aquí pero soy otro en otro lado –aunque estos dos ni se niegan ni se olvidan. En lo que viene sé que cambiarán cosas, tal vez tenga una vida común –terminar la carrera, encontrar trabajo, casarse, tener hijos,- o no, hacer otra cosa. Pero sé que seguiré siendo yo, y seguiré viendo al Joaquín de ocho años que era fan de Tutankamón, al Joaquín de la prepa que estaba medio güey, al de hoy, del cual me reservo comentarios, y así a todos los Joaquines que me antecedan.


La identidad es un camino personal, común y de gran escala. Personal porque es como nuestro currículo, común porque hay quienes tienen un currículo parecido y de gran escala porque en con ella se hacen pueblos y mundos. Así, a través de la identidad soy en la vida.

6.10.09

Paz

Vaya que he tenido momentos de paz, los recuerdo mejor que nada.

The Holliest Moments

Pasto seco y Día de Muertos, el sol que deja su brillantez veraniega y se pone su abrigo dorado de invierno y hojas en el piso. Los días se vuelven más cortos y, de repente, parece que hay menos gente en la calle. Empieza el fin del año.

Voy caminando debajo de una serie de truenos y laureles y, cuando cierro los ojos, me doy cuenta que por un segundo estoy en otro lado, ¿en dónde? No importa mucho, pero creo que es algún lugar de Hidalgo. Acabo de caminar unos diez minutos desde el rancho de alguien que no conozco, paso una canterita de piedra pomez y llego a un barranco -Hidalgo, claro, lleno de nopales y pasto seco y piedras y siempre un perro blanco que jadea bajo la sombra de alguna maleza.

En el fondo del barranco, que no es muy profundo, pasa un río. Lo sé no sólo por el ruido suave del agua allá abajo, sino por lo verde de los árboles que marcan esa línea. Me siento un rato nomás a ver, nomás a estar ahí sentado escuchando el agua y el viento que juega escondidillas en mis tímpanos. El tiempo sólo pasa para ese halcón que vuela por ahí arriba, a veces dando un par de aleteadas pero generalmente estático, suspendido junto con todo lo demás de alrededor.

En este lugar, como en aquel otro, del que por ahora estoy ausente, estoy solo. Pero no es una soledad nocturna de largas horas de silencio, sino una soledad en donde el juego es ser un expectador pasivo en un acto tan natural que parece ajeno.

1.10.09

Esa tarde cobriza

Hochob o Dzibilnocac y Chac que me mira desde su trono en una estructura de caliza blanca, atento a todos mis movimientos con las fauces de fuera, como si quisiera decirme lo que viene. El sol le pega de lado -es tarde,- y Chac, cansado de estar ahí por los siglos de los siglos, se yergue detrás de esa luz de cobre, orgulloso, dejando que entren esos últimos rayos por todos sus relieves, mientras espera -paciente, como siempre,- a ser consumido por su hermano Cauac. La noche se acerca tan vacía y solitaria como ha sido todo el día en la ruina, todos los días en la ruina, en donde este dios quedó como único testigo, ansioso de compartir su secreto inmóvil con el primero que lo quiera escuchar.

Estoy, no sé, hospedado en Campeche, Mérida, Yucatán, qué sé yo, no importa, no sé cómo llegué ni cuanto tiempo llevo aquí ni cómo voy a regresar. Lo que sí sé es que estoy enfrente de Chac y quiere que me quede. Veo sus ojos, vírgulas de piedra que no lloran sino musgo de zona árida. Veo su nariz, como lengua, sin gusto, seca de no hablar, de no moverse ni con el viento. Veo sus dientes, desgastados de tanto sacrificio y sus enormes aretes que le pesan como los años.

Los grillos y los moscos nos advierten con sus cantos que la selva baja nos acecha y que en cuanto baje el sol nos tomará por sorpresa. Mi anfitrión parece resignado a perder la batalla, dice, la pierdo todas las noches, dice, la gano durante el día pero la pierdo en la noche. La luz juega abusiva con lo ríspido de la piedra piel caliza del dios blanco, como un baño dorado, empapando de calor lo que no se empapa de lluvia, cosquilleante como el ruido del último cahuiz de la tarde buscando algún último bocado antes de dormir.

Chac respira profundo y suena como una cueva. Es el fin del día -otro más,- y la noche, otra vez la noche que aprovecha cuando no está la luna, como hoy, para presumir sus estrellas en medio de este lugar en donde sólo está este dios y su eterno rival, librando una batalla eterna que ya a nadie le interesa. Por los siglos de los siglos..

21.9.09

Decisión

Harto ya de estar harto de las fronteras, abrí los ojos para darme cuenta que todo era una mentira.

6.9.09

Jaromír Hladìk

Son estas cosas, sabes, tan efímeras que son casi como una foto. Pasan como todo pasa y ya luego ni te acuerdas que pasaron; pero te dejan algo, no sé, como una manta o una chispa, algo que te mueve porque en realidad eso te movió, aunque fuera solo un instante. Luego ya no eres el mismo, por supuesto. Sigues con tu vida pero ya no eres el mismo.

Segundos más, segundos menos y, cuando te das la vuelta, un telón que se cierra y que deja sólo siluetas en tu memoria.

1.8.09

Terror II

Había tenido una pesadilla en la que alguien me seguía por callejones desiertos. Me levanté de la cama y no quise abrir la cortina, que por suerte era pesada y hacía el cuarto muy oscuro. Caminé hacia el baño y no me sorprendió darme cuenta que no me veía reflejado en el espejo. Entonces me entraron unas ganas enormes de ir a un hospital, pero tendía que esperar hasta la noche.

31.7.09

Terror I

Cuando me vio abrió los ojos y se puso pálido. ¿Qué pasa?, le pregunté, parece que acabas de ver a un fantasma.

27.7.09

Comandante Molina

Eres un cerdo
le digo,
por gente como tú
hijuepú
le digo,
Mírate,
con tu panzota y tu cara de cínico impune
cobrando lo que "dice la ley",
te detesto y detesto verme reflejado en tus lentes
que esconden tus ojos rojos de borracho ojete.
y yo, callado
-no dije nada-
enfrente de ese pinche gordo "Comandante"
así, con mayúscula
y con su placa reluciente y diente de oro,
que ya sacó pal gasto..

Cola

Estoy haciendo algo,
agachado
y que se me para una mosca
en la parte baja de la espalda
Qué martirio
pinches moscas
Agito mi brazo y siento cómo levanta vuelo
Si tuviera cola, pienso
como vaca
como caballo.

29.6.09

Las malas influencias

Alejate de las malas influencias, me decía el pinche argentino ese cada vez que me veía dando el rol por ahí por donde él andaba. ¿Tú qué, gordito, muy de a pedo o qué chingaos? Y se quedaba callado, viéndome con esos ojotes azules que tenía. Parecía un querubín, de esos de iglesia barroca, con sus cachetotes y su pelo rizado y güero. Decía que había llegado hace un chingo escapando del peronismo y que la Plaza de Mayo y el barrio de la Chacarita y que la represión porque él era muy acá. Ni madres, eso que se lo crea su pinche madre, lo dejó su vieja, la Rosario, no tuvo chamba y se le hizo fácil venir para acá.

Vendía mota -y coca y anfetas y todo eso,- cerca del Parque Hundido, en un depa que le rentaba a una ruca bien cagada por poca "plata", como decía, y que había rentado porque al parecer la ruca no se daba cuenta ni del olor ni del negocio, cosa que le convenía ampliamente. Por suerte no le había pedido papeles ni contrato, porque apenas y tenía pasaporte y unas cuantas fotos de la Rosario, que guardaba en una cartera todas sudadas en las nalgas.

Me acuerdo de la primera vez que lo vi. El Andreco me llevó con él, diciendo que ora sí había encontrado de la chida de Michoacán y además rete bara. Llegamos tarde, como a las tres de la mañana, entre chiflidos de putas y un viento ojete. El depa era un desmadre, lleno de cajas con libros marxistas y muñecos de acción, con platos sucios por todos lados y restos de Glorias de Coronado pegados a las alfombras -decía que las Glorias le recordaban a los alfajores. Había un gato poca madre, todo gordo, peludo y lleno de rastas, que si le buscabas bien encontrabas cocos y con suerte hasta una bacha. El gordo Gabrielito estaba sentado en un sillón, con una sábana en los muslos, limpiando la mota como sólo él sabía. Ahí todavía traía esa barba que le quitaba su cara de querubín y que luego perdió en una apuesta con el Andreco por un partido Argentina-Brasil en el que Messi parecía un pedo y Kaká se lució.

Esa vez llegamos y Andreco me lo presentó. Un gusto, me dijo, Gabriel, y supe en seguida que era porteño. ¿Querés fumar un poco? Bueno, le dije, aunque traía el coche. La probé y la neta es que sí estaba bien buena, olía fino, como a amanecer en el Ajusco. Después nos quedamos platicando un rato y fue cuando nos contó que la Rosario lo había dejado por un jugador de Boca de esos que luego se van a un equipo de segunda de España y que nunca llegan a la selección. No quise preguntarle su edad, porque o era un ruco que se veía muy joven o un joven puteadísimo. No era nada tonto, eso que ni qué, el pedo es que era un güevón de puta madre y además inventaba historias que, aunque ficticias, eran muy cagadas.

Poco a poco íbamos más a su casa y nos fuimos haciendo muy cuates. Las tardes las pasábamos entre toques y chelas -yo,- y él su mate, que no quería cruzar. Nos la pasábamos a toda madre, hablando de "fúbol" y de cine, de Borges y Fuentes, de la Kirchner y de Obama y de todo de lo que pudiéramos hablar. Luego se fue el Andreco a hacer una maestría a España y nos quedamos sólo el Gabrielito y yo, acariciando al gato o fumando alguna novedad de algún estado de la República.

En algún momento me contó que su ex le había hablado desde Tenerife, que tenía problemas con el "Pincho" Gonzalez -justo había descendido el Tenerife,- y que no había sabido a quién buscar. Había hablado con su hermana en Buenos Aires y ésta le había dado su teléfono de acá. Me acuerdo que me lo contó casi con lágrimas en los ojos, mientras sacaba de su pantalón la foto de la Rosario, que me había enseñado tantas veces que ya la conocía de memoria. Estaba pedísimo y no quiso fumar. Tenía tanto sin saber de ella, Juanito. En ese momento me di cuenta que Gabriel estaba totalmente solo.

Tenía cuates, sí, pero amigos amigos creo que sólo yo. Todo mundo llegaba a su casa, fumaba, compraba y se iba. Yo, y Andreco en su momento, era el único que me quedaba ahí, escuchando sus historias de cuando era un chavo y Kempes hacía de las suyas, de sus viajes a los Andes y a los glaciares de Tierra de Fuego, de sus tardes en Palermo en donde conoció a la Rosario. Alguna vez, ya que me iba mejor en la chamba, quise invitarlo a comer y presentarle a la chava con la que andaba, pero no quiso y se quedó en su casa, seguramente fumando o echando el mate.

Luego de eso desapareció por un tiempo. Me acuerdo de haber llegado a su depa y de haber estado toque y toque sin respuesta. Pensé que se habría quedado dormido el muy pacheco, y que por eso no me pelaba. Pero nel, luego de un rato supuse lo que había pasado. Habría contestado el teléfono bien noche para escuchar a la Rosario que le decía vámonos a Buenos Aires, te veo ahí, donde siempre, y nos comemos un asado de tira o un buen bife. Habría empacado algunas cosas, las más importantes, y habría comprado un boleto a Buenos Aires de inmediato.

Así pasaron unos meses, el Andreco regresó de España con una morra española que lo había cambiado un chingo, ya no fumaba y apenas se echó una chela. Nos vimos un par de veces más, pero nomás no rifaba el asunto. Ni me preguntó por Gabriel. Yo ya había conseguido otro diler, un vato bien ñero que vivía por la Portales, al que nomás le echaba un fon, pasaba por la mota y me iba. Pero la neta ya no me daban ganas de fumar, como que ya había crecido, ya tenía una chamba más o menos estable y las cosas sí iban en serio con mi chava.

El Querubín se me fue olvidando y fue pasando a un rincón de la memoria que abría pocas veces hasta que un día, yendo a comer con mi jefa, me dijo que el día anterior me había hablado un tal Gabriel, que me buscaba con urgencia y decía que si le podía llamar, que le dejaba el número a mi madre. Tardé un rato en pensar en Gabrielito, como que no pensé que fuera a ser él, pero luego me acordé que me había salido de casa de mi jefa como dos meses después de que se había ido y que obviamente no tendría mi nuevo teléfono. Le hablé en la noche, llegando a mi depa. Fue cagado porque hasta ese momento me cayó el veinte de que estaba como a dos cuadras del otro depa, el de la ruca.

Me contestó una voz claramente aguardientosa, como echada a perder. Juanito, qué gusto, ché, sabía que me hablarías. Pues cómo no, pinche gordito, ¿en qué te metiste, cabrón? Pasé unos días en casa, ché, tenía que arreglar unas cosas allá. Pero ni un pinche telefonazo, güey, me tuviste bien preocupado. Ya no podía más, loco, quería largarme de inmediato, perdoname, no sabés lo que me costó. Bueno, ya, ni pedo. ¿En dónde andas, güey, cuándo llegaste? Ahora estoy acá en la Calzada de Tlalpan, en un motelito mierda de esos de putas. Llevo unos días acá, llegué el martes. Estoy pensando en hablarle a la vieja esa a ver si está bueno el depa todavía, eh, que estaría bueno poder regresar allá. ¿Y vos, qué te has hecho?

Quedamos en vernos al día siguiente y le ofrecí quedarse unos días en un cuartito que tenía libre en lo que buscaba un lugar. Me dijo que quería dejar la mota y ponerse a hacer algo, no sé, loco, escribir una novela, qué se yo. Es triste, sabés, eso de estar todo el día metido en casa sin nada qué hacer. Se consumen las tardes y yo sigo en lo mismo. Ahora que te veo, no puedo evitar pensar que eras un nene cuando te conocí. Ya creciste, Juanito, y estás bien vestido, y sabés de qué trata la vida. En cambio yo estoy hecho bosta.

Resulta que la ruca ya se había muerto y que el depa lo rentaba ahora la hija, que no tardó ni un mes en correr al pobre Gabriel, que terminó en un pinche departamentito de paredes despintadas en la Latinoamericana. Seguía siendo el mismo desmadre de siempre y, contrario a lo que me dijo, en seguida consiguío proveedor y clientes y se puso a vender ahí mismo.

Yo lo visitaba cada vez menos y cuando iba ya no se me antojaba fumar. Gabriel ya hablaba lento y sus conversaciones dejaron de ser lúcidas. La última vez que lo vi fue un sábado que llegué como a las seis de la tarde. Llevaba ya rato sin verlo y, cuando me abrió me sorprendió que se había dejado la barba otra vez y que parecía rabino judío, nomás que con los ojos todos rojos. Estaba flaquísimo y en el suelo había un chingo de envolturas de Glorias. En la sala había unos vatos con una pinta jodida y una mala vibra espantosa. Ni siquiera estaban fumando mota, se la pasaban inhalando algo que creo que ni a coca llegaba. Cuando me vieron entrar se pararon y se fueron inmediatamente, despidiéndose de Gabriel. A mi ni me voltearon a ver.

Ese día, Gabriel me contó que estaba en pedos con los otros dilers de la unidad, que no les latía que un "pinche güero" les estuviera robando a la clientela. Yo le dije que se anduviera con cuidado, que se saliera de ahí lo más pronto posible. Ahora creo que ya era muy tarde.

Como cuando se fue a Buenos Aires, pasé mucho rato sin verlo y, cuando ya se me estaba olvidando el pobre gordito, vi en una notita en el periódico la noticia de un asesinato a las afueras de Metro Copilco. Se hablaba de un crimen "relacionado al narcomenudeo". La víctima, que se creía vivía en la Latinoamericana, todavía no había sido identificada, pero la descripción no me dejaba la menor duda: barbón, gordito y, como dato curioso, con los bolsillos llenos de Glorias.

23.6.09

Cucrrrrón

Otra vez
corriendo detrás del gato
intentando agarrarle la cola
al ratón.

22.6.09

Tercer Mundo

Pues tal vez estamos
cansadísimos de existir
llevando la vida día a día,
contando nuestros votos con las manos,
y todo para que lleguen estos
que se creen mucho
con sus ideas de
democracia
y libertad.

Como si no lucháramos
cada que se puede.

21.6.09

Así como vienen se van

Nació jodida, que ni qué. Desde bien morrita se quedó huérfana, creo como a los tres años. De ahí se fue a vivir con una tía suya que dicen vivía allá por Toronto, en un pueblito frío como la chingada. En la escuela todos la jodían y era de las putonas, de esas que con todos andan y a todos dejan. Además ya andaba en líos de drogas y la chingada. Depresión, dicen. Por eso se llevaba re mal con su tía y sus primos, que sólo la dejaban ahí por amor a Dios.

Cuando cumplió los dieciocho y salió de la prepa se fue de ahí. Estaba sola, la pobre morra, y se fue para allá donde nacieron sus papás, a un paisito de por donde fue esa guerra. Kosovo, ¿no? Ándale, por ahí, dizque a dar clases de inglés y de danza. Y ahí estuvo un ratote, como queriendo buscarse a si misma. Luego se aburrió y se fue para otro lado, y así anduvo, de lugar en lugar, sin nunca poder sentar cabeza. Eso sí, todos sus líos los había dejado atrás; ya ni chupaba.

Ya grandecita llegó acá. Dicen que esta pinche ciudad no le gustaba ni tantito, pero que era bien cumplidora y quiso acabar su contrato de maestra. Ahí dando clases lo conoció. Ese vato era cagado, un chaparrito de padres campechanos que la había hecho chingón por acá. Acababa de divorciarse de una pinche vieja que se la pasaba poniéndole el cuerno con quien la invitara a cenar. Se volvieron muy cuates porque él le contaba todo: lo de los hijos, los abogados, la pensión. Y luego que se enamoran y se quieren casar y se van allá a la tierra de él a casarse.

Total que la morra muy contenta, por fin había conocido a alguien con quien podía estar bien. No quisieron tener hijos, se la pasaban rolando por todo el país con unas motitos muy acá que se compraron, vivían como novios. Pero un día ojete este cabrón -joven, eh, no creas, de unos cuarenta; pues resulta que un día se empezó a sentir bien pinche mal. Una fiebrezota. Fue con un médico pendejón que le dio unas pastillas que lo mandaron a la chingada y a los tres días estaba inconsciente en el hospital, que si no le metían un hígado rápido nomás no la iba a hacer.

Pobre chava, cabrón, no sabía ni qué hacer. Además nunca aprendió bien español. Llegó la familia de este vato, todos de fuera, y esta morra ni los dejó pasar. Estaba que se la llevaba la chingada. A todos les mentaba la madre sin reparo, desde la suegra hasta la abuela y los primitos. Dicen que a la ex mujer casi se la agarra a manotazos.

El vato se murió como a los tres días porque no hubo hígado disponible. Al funeral no pudo ir nadie y no se sabe si lo mandó enterrar o se quedó con las cenizas. Lo último que supimos de ella fue por una llamada de una tal Vivian, que decía que era su tía. Dijo que la andaban busque y busque, que había regresado después de un chingo de años de no ir para allá y que nomás había llegado para encerrarse en un cuartito que le dieron. Al parecer luego se fue así como llegó, sin decirle a nadie, para cualquier parte. Luego ya no supimos ni qué pedo.

Overheard 10 - Merced

Con motivo de la decena de publicaciones de tan prolífica sección, presento una obra maestra de este refinado arte:

En una tienda de abarrotes de la Merced, a eso de las 10 de la mañana, a y b toman cerveza, ya medio entrados. Ocurre la siguiente conversación:

a. ¿Y qué, qué vas a hacer mañana, en tu día libre?
b. Pos me voy a llevar mi camarita ahí a Reforma.
a. ¿Y ora, tú?
b. Pos voy a filmar a los jotitos.
a. Ah, que es lo del desfile, ¿verdá?
b. Simón, hasta me voy a ir vestido de angelito.
a. T'nah, cómo que di angelito; ¡si tú ni a pingo llegas!

Pieza para pájaros

Como en feria
donde las luces pasan a tu lado
rápido
y hay música
y ruido y color.

Como en un coche
de noche
donde te encierras y se te olvida el mundo.

Como si pudieras montar en una nube
y volar allá bien alto
como un pájaro de esos que ven para abajo.

Así luego me pasa
querida calabaza
cuando estoy contigo.

20.6.09

Mañana

Mañana con una taza de café
y un cigarro
y unas galletas Marías
y un telefono que no deja de sonar.

La flor del jardín que huele a viento
de la noche anterior
y mi aliento
que huele a muerto.

Mañana con un gato en mi regazo
con un pie en la regadera
con una leve sensación de ligereza,
porque me queda el día por delante
y porque sólo tengo que abrir la puerta
y salir caminando
a donde me lleven
los pies.

Verano

Verano y lluvia
incesante
por la ventana.

Verano y noches cortas
y sueños largos
y nada qué hacer.

Verano y paseos por la Alameda
verde, oliendo a húmeda
hoja verde que no caerá en mucho tiempo.

Verano y los mayates,
los pinches mayates como tanques ciegos
que vuelan y se estrellan contra todo.

Ruidazo.

Ha llegado el verano
montado en las alas de una nube
que aterrizó sin contratiempos.

Ha llegado el verano a una ciudad que lo pide a gritos.

Paraje

Encontrarás el espacio grande
me dijo
cuando me dejó
cuidando a los niños,
solo.

Ahora sé por qué.

Un paraje yermo
donde no hay ritmo
ni voz
se extiende frente a mi
eterno, inmenso como el mar inmenso
de sueño y de miedo.

Y los niños lloran en un rincón
tan lejano que no llego
ni corriendo.

El llanto me atormenta.

9.6.09

Ni preguntes, inocente

Mi madre es como un tráiler en una carretera de curvas:
pregunto algo y,
como buena "persona contemporánea", me contesta
lo obvio.

Coherencia, ¿qué carajos es eso?
Obviamente no es nada fácil eso de las tarifas de aviones.
Obviamente no es tan sencillo como
"es que se liberan las reservaciones".

Puta, qué sé yo.
Puede ser el precio del combustible
el recorte de personal
el avionazo
el que se vio vivo.

Pero claro, chavo,
no te acuerdas que estás creciendo,
que esas preguntas de ¿oye mamá, y por qué..?

En serio, ¿por qué?
Hay cosas que no tienen sentido, ¿no?
Y que claro,
si vives metido en esa burbuja que se llama "realidad"
no puedes cuestionar.

Y no sé qué es más triste:
saber que esa burbuja es como un títere y dejarlo ser
o de plano pensar que es un paradigma intransigente
o ya peor ni pensar.

Más gacho:
aquí no caben mentes románticas,
no hay lugar para cuestionar las cosas
siempre no
no
no.

Adáptate,
vota,
paga,
haz,
tramita,
y lo que no se te puede olvidar:
busca la mejor tarifa.

Y nomás no llegó

No funcionó ni el té ni la respiración ni el cigarro ni correr ni quitarme la ropa ni tirar las sábanas ni matar al Mosco Fénix ni meterme a internet ni ponerme a leer ni ponerme a estudiar. No tengo pastillas para dormir no tengo papel para por lo menos dibujar no tengo uñas para morder no tengo mota para fumar no tengo ganas de escuchar música no tengo ganas de ver una peli ni de leer un libro. Quiero dormir. Además, necesito dormir. Mañana tengo dos exámenes bien acá y no puedo dormir.

8.6.09

Sin rumbo

Martín Carrera,
¿cómo no acordarme de ese nombre?
Martín Carrera,
vecino de la casa de la Virgen
Virgen de Guadalupe,
Virgen Santa que no desampara.

Su vecino, Martín, no es tan bueno.
Cien metros de ferrocarrril eje uno oriente
eje cuatro eje cinco -norte
y fila tras fila de luces verdes y rojas parpadeando
al ritmo de un corazón
que no supo prevenir,
que no llevaba mapa.

Martín Carrera y Gustavo A. Madero me reciben
como a un niño sin padres
a la luz de unos cuantos postes de luz
que miran hacia abajo como juzgándome.

El frenético sentido contrario y las luces de una patrulla,
un carrilito al lado de una avenida tan ancha que da miedo,
topes y más topes y yo, sin rumbo, con un espanto terrible,
estoy perdido en la ciudad.

(Vuelta
a la derecha
un alto más
un puente
que cruza
y que va para otro lado
¿qué lado?
no sé,
la ciudad es grande,
podría ir a cualquier lado.)

-Perdón, soy sureño-, le digo a un policía
que me ve como si estuviera maquillado.
Vuelta en u, me dice, con los ojos escondidos
detrás de las luces de mi coche,
y de ahí todo derecho.

Pasé por al lado del Ángel.

27.5.09

Praga, mi novia

Lily me espera a las 11 en el puente del rey Carlos,
al pie de San Juan Nepomuceno, santo de piedra,
santo de agua, mudo, ahogado.
Lily cree en Dios y yo corro hacia ella
y hacia el río y después
los dos iremos hacia las colinas,
hacia el Castillo, hacia la Catedral,
y caminaremos la Callejuela de los Alquimistas
donde Lily descubre oro en las puertas y en las flores
y uno es un gigante que no cabe en las pequeñas casas.

Veremos grandes patios, hermosos panoramas,
y ella me obsequiará el prometido retrato de Neruda
—del viejo checo Jan, no del chileno Pablo—
y yo habré de contarle cómo es el mar
y si algún día regresaré.

Lily me dirá que cuente con ella
y que Praga es mi novia
y que ya no sueñe con las noches danubias
ni con «la negra Viena de los ojos azules»,
porque aquí, a nuestros pies,
un río de bronce y plata nos mira
y es un río que se llama Voltava.

Corro porque Lily me espera
y es posible que ya no crea en Dios
—lo que sería sencillamente horrible para ella.
Sus ojos que tanto han llorado deben mirar
hacia la dulzura del santo que no dijo nada
como ella tampoco parece decir nada cuando la beso
y en su español murmura «No me beséis»
y yo tengo que reírme y casi me muero de risa.

Al día siguiente
—porque ya Carlos Augusto León se ha ido a Zurich
a volar hacia América con su medalla de oro
en el pecho y sus cuentos de llaneros venezolanos—,
al día siguiente bailaremos valses
y al otro día Lily (sólo me queda ella)
esperará el filo de oro de la tarde
para llevarme hasta la puerta del Cementerio Judío
y dejarme de la mano de Dios
para que yo solo con mi alma pise aquellas flores de pavor
y me quiebre los ojos sobre las lápidas labradas
llenas de siglos
y a media voz recuerdo el poema de Nezval.
Porque ahí sólo pisamos la ceniza
y Lily, que cree en Dios,
no quiere entristecer su adoración
por el pequeño Niño Jesús de Praga
que se quedó en su nicho, allá en lo alto de la Malá Strana
con sus quince vestiditos de oro y plata de todos los colores.

Y entonces, como no hay nada ni nadie a la vista,
sueño que los viejos huesos crecen en los dorados árboles
y que una flor tiene la lengua de fuera
porque Lily debe estar loca
y los rabinos están hechos polvo
y en la sinagoga el candelabro mueve los brazos
y el gran Libro abierto me habla
y la palabra «nazis» me da náuseas
y debo entonces pedir la paz en todos los ríos
y para todos los poetas, hombres, niños, mujeres,
y no solamente para la turbia paz del Cementerio
ni la paz para la ceniza que se come
ni para las astillas de huesos que recogí en Oswiecim
ni mucho menos la paz del ghetto de Varsovia.

Por eso, Lily, que cree en Dios y es hermosa y católica,
me dice que si estoy en Praga es porque soy malo
y debo ser un sanguinario comunista
pero que todo me lo perdona
(es tan buena) porque le corrijo su español
y le cuento de mis amigos de México y de las estrellas de cine
y que hay un pueblo lleno de canales y guitarras
y dos terribles volcanes muertos cubiertos de nieve
y para su consuelo una gran cantidad
de iglesias y mucho sacerdotes.

Por eso corro y dejo atrás la fina lluvia
y ya no quiero tampoco recordar la fría tierra de Lídice,
porque me encanta la vieja ciudad y aunque me canse
(cuando regrese a México haré que me operen)
no puedo dejar a Lily con sus panes
y sus frutas, tampoco con sus ojos
que parecen ojos de santa flagelada
ni con su amarga risa de niña.

No me pierdo por Praga, porque ¿cómo perderme
en brazos de una novia amorosa?
Lily me dijo apenas ayer que me entregaba
el corazón de la ciudad
y yo me bebo el aire del río
y va no le pido más porque nada me niega
y porque debo llegar a una hora fija, a las 11,
al pie de San Juan Nepomuceno,
santo de piedra,
santo de agua,
mudo,
ahogado.

Efraín Huerta

A don Carlitos

Si te vas te seguiré queriendo, gladiador. Por ti, siento a la Argentina más cerca y al rojo más latente.

(Ora sí que ahí Tevez..)

La que duele..

Bajé todos los cascos en una sola charola. Bajé todos los cascos y todas las colillas en una sola charola. Es más, hasta me di el lujo de bajar, en esa charola, toda la basura.

Si hubiera sido distinto, me cae que me salgo a la calle, me doy dos vueltas -corriendo,- y regreso a abrir otra, a fumar más y a quedarme dormido con una gran sonrisa en la boca. No, ni charola, ni colillas ni cascos. Que se joda alguien más: yo soy campeón.

Pero no fue así: perdí. Perdí un cartón completo, perdí una apuesta que ni siquiera pago en moneda mexicana. Perdí por primera vez y perdí ante un grande. Perdí ante un equipo que borró de la cancha toda mi esperanza. Perdí ante un dignísimo campeón.

Felicidades, Barcelona.

25.5.09

Omaggio a la Nuit

Algo tiene la noche, qué sé yo, algo de místico; algo de musiquita contemporánea de autor -no sé, checo, tal vez,- con violines quesque desafinados y rete agudos. Algo tiene la sábana que se nos echa encima, algo como de cuerda que nomás jalas y se apaga todo. Algo tiene esta madre que atrae a los gatos -y a los fritos,- y los vuelve locos, algo de espiral eléctrica, hipnótica ora sí que de sol a sol. Algo tiene que fascina ese saberse despierto en un mundo de dormidos, algo tiene esa sensación de unidad en el universo, esa imagen casi cartográfica, casi hecha a base de puntos, algo tiene de especial. Y luego el silencio, también influye, y ese tono naranjoso oxidado de los postes con sus halos puntuales en donde la sombra se marea como niño en feria.

Chale, neta algo tiene esa pinche noche y su olor a lluvia y a pasto mojado. ¿Será que subraya la soledad? ¿Será que uno se siente medio dueño de todo, así tan poco observado como se está? ¿O será nomás que me encanta la noche y que la disfruto más cuando estoy solo, manejando por una calle desierta, escuchando el radio sin locutores, o no, nomás sentado enfrente de la computadora, escribiendo de cómo me gusta escribir de noche?

Así, cerquita..

El coche en una noche de tráfico: una cápsula hermética y el radio tocando unas canciones de un compositor que desconozco pero que me hacen sentir más dentro de esa pastilla, viendo luces rojas, verdes, amarillas que se mueven, rítmicas a veces, siempre en tono con las siluetas de los árboles que se agitan con un leve viento, enmarcando las ventanas iluminadas de un edificio por allá atrás.

Esta vez la noche huele a lluvia y a calor de verano y los acordes me alejan del tráfico y mi pie pisa el freno en autómatico porque en realidad no importa nada, no estoy poniendo atención, no estoy viendo al de enfrente pasar de un lado al otro, no estoy pendiente del policía que me levanta la mano y hace un gesto como de tocar un silbato que no oigo, no estoy ahí porque sólo estoy conmigo y los acordes de esa tonada, de esa canción que me saca de la realidad que a veces vivo sin vivir y que se llama la ciudad de noche.

Y de repente el tráfico empieza a fluir, a avanzar más rápido y se descongestiona; la luz verde pasa por sobre mis ojos como un destello del deseo de llegar a casa después de un día pesado; y los acordes pasan a segundo plano porque voy, cada vez más rápido, acercándome a mi hogar, que tendrá las luces prendidas, esas luces de bienvenida que sólo tiene la casa de noche, la casa después del tráfico y del día pesado, la casa propia, la morada, que me recibe, además, con un dulcísimo olor a azaleas y a noche y a lluvia.

Sigo con la sensación de los acordes y de la noche y de la cápsula y de ese liberador momento de la luz verde y del olor de azaleas; y con eso me voy a dormir, después de un día pesado, después de una noche de tráfico, después de haber aceptado el abrazo paternal de las luces de mi hogar; me voy a dormir, en fin, después de haber sido infinitamente conmovido por un instante en el que estuve más cerca de mi mismo, encerrado en esa capsulita hermética que es mi propia cabeza.

Ni bajaste..

Híjole, qué cabrón, estuve como media hora y ni bajaste. La neta lo respeto y lo entiendo, pero igual está jodido.

Cuando oí a tu madre decirme que si podía lanzarme no lo dudé mucho. No sé porqué fui. Supongo que me interesa mucho la chamba, pero por la chamba en realidad puedo esperar. Total, ando en fin de semestre, no puedo meterle mucho ahorita, tengo que pasar mis materias. No, neta fui porque quería que te asomaras. Quería darte un abrazo, quería que me dijeras que estabas bien. Quería verte.

Y eso que estuve un buen rato. Llegué, saludé a tus padres, me senté con ellos, hablamos un buen rato. Tu mamá estaba haciendo esas empanadas tan buenísimas que hace. Tu papá, como siempre, tan buen tipo. Me dijeron todo lo que pensaban, que los servicios aquí, que tal vez un tapanco acá, que los baños. Yo les dije lo de la tierra, lo de los cimientos, lo de los costos. Y terminamos bien, con una palabra de buena onda. Adiós, Juaco, gracias por venir. (Chale, si supieran..) Al contrario, les dije, gracias a ustedes por todo, la neta son unos rifados -eso para mi, claro, me están ofreciendo un chambononón.

Me volteé, creo que acaricié a uno de los perros, no me acuerdo a cuál, abrí la puerta, y con un buenas noches me fui. El salúdenme a las chicas, el ¿y está? me lo ahorré. No sé por qué. Podría haberlo preguntado, total.. Pero no lo hice. Sólo salí y caminé. Obvio volteé a ver tu ventana, esperando no sé, tu silueta por lo menos. Nada. Me gusta pensar que ora sí va en serio y hasta que no pase no nos vemos y ya. Pero sí fue peliculesco, totalmente peliculesco, esa escena donde va una silueta con un cigarro en la mano caminando hacia la cámara que está mirando una ventana iluminada de donde no sale nadie.

14.5.09

EXEUNT

Algunos días me saben a cobre, como si estuviera oliendo el pútrido aliento de la Muerte que resopla a mis espaldas. Algunos días me siento como cuando empujas lo último de la pasta de dientes.

10.5.09

Overheard 9 - Especial del Derbi de Manchester


Elano Blumer, jugador brasileño del Manchester City

Robinho descarga con Elano.
Elano en fuera de lugar.
¡Qué chispazo de Elano!
Elano, abierto, la pide a gritos.

6.5.09

Overheard 8

Yo sí he hecho cosas, estuve lijando mis huevitos de yeso y quedaron así bien padres, bien lisitos..

2.5.09

The morning after

Las sillas
vacías
me hablan de lo que estábamos haciendo.

Los vasos
vacíos
todavía huelen a alcohol.

En las paredes
queda el eco
de palabras y de risas.

Mi cabeza
a punto de explotar
me pide dormir un poco más.

Pero yo tengo que limpiar
el desmadre que hicimos ayer,
a pesar de traer una cruda
moral
mortal.

28.4.09

Ni paper..

Nico y yo no nos llevamos bien. Él cree que soy su enemigo, pero a mi me da igual. Nico no se acuerda de cuando yo jugaba con él cuando era chico. Nico no se acuerda de que yo lo hacía pasársela bien. Nico es un malagradecido. Ahora me reclama cuando quiere algo. Se sienta y me grita y yo no siempre le hago caso. Conozco sus caprichos. Cuando quiere quiere e insiste. Me molesta. (A veces le hago caso, a veces cuando lo escucho me paro y voy a pregntarle que qué. Hago lo que me pide y no me agradece, no me voltea a ver. Pasa a mi lado rápido y sin mirar atrás, como si yo no existiera.)

Nico y yo no hablamos el mismo idioma. Yo le caigo mal porque cree que soy arrogante, a mi me cae mal porque es un caprichoso. Luego lo veo sentado tomando el sol cuando cree que está solo, luego me ve y, como siempre, se espanta y se va. Entro a su cuarto y está medio dormido en un sillón. Se despierta y me mira a los ojos con mirada de reclamo. Ese es el único momento en que me deja acercarme a él. Últimamente, a Nico le ha dado por sentirse gárgola. Se sube a los techos -no sin gracia,- y se queda ahí parado horas. Según él está viendo la calle y a los que pasan por ahí. Cree que nos vigila y se toma su papel muy en serio. Si alguien sale, en especial yo, y lo ve ahí postrado, inmóvil, como gárgola, Nico voltea y deja escapar un maullido incomprensible.

Creo que Nico no es tan mal tipo, pero me tiene pánico, y a mi, la verdad, me da un poco de pena.

Post 29.VIII

Aprendí a mentir.
Aprendí a ser ventrílocuo con la sonrisa,
Aprendí a ver sin mirar,
Aprendí a caminar con tacones,
Me enseñé el arte de maquillarse,
Me enseñé cómo despertar en gris,
Tuve que forzarme a apagar la luz sin mover una ceja,
Me hice un suéter de estambre de hierro,
y le di un abrazo al aire
que pasó por tu almohada vacía.

24.4.09

INVITA CALDERÓN AL NARCO - Se habla de estrategia de contagio por influenza

Reuters.- En comunicado de prensa fechado el día de hoy, viernes 24 de abril de 2009, el presidente de los Estados Unidos Mexicanos, ciudadano Felipe Calderón Hinojosa, extiendió una formal invitación a todos los líderes de los grupos de crimen organizado y narcotráfico a visitar la Ciudad de México. En caso de llevarse a cabo, esta reunión busca pugnar por la paz entre los diferentes bandos y el Gobierno.

Sin embargo, la noticia no ha sido bien recibida por los invitados y ninguno de ellos ha confirmado su asistencia. Joaquín "el Chapo" Guzmán, líder del Cartel del Golfo, ha declarado desde su casa y en entrevista con el Arzobispo de Durango que a él no le interesa venir. Afirma que la estrategia de Calderón es muy obvia y que parece formulada por un niño. "No, cómo cree, si ese Calderón nos invita no es para negociar la paz, es nomás por eso de la influenza, a ver si nos contagiamos y ya. Yo ni madre voy", dijo.

Al parecer, los esfuerzos del Presidente para combatir la situación de guerra civil que se ha sucitado en el norte del país seguirán apoyándose más en el Ejército y no en epidemias, como él esperaba. "Ni modo, mi querido Eduardo, ahí pa'la próxima nos inventamos otra mejor".

22.4.09

Cuando muere la muñeca de cartón

Con olor a meados
a vino
y a sudor,
te recibo en la puerta de mi casa,

Pasa.

No esperes mucho
que no está arreglada,
le falta pintarse
le falta vestirse
ponerse guapa.
Le falta la mano
le faltan los pies.
Tal vez si los ves al revés
puedas, con una mirada
decirle qué chulada
qué primor
quiero un besito de tu boca de algodón.

(Pero sabemos bien
que ya no tiene rubor
que ya no tiene ganas
ni de pararse
ni de comer
ni de reír, jugar, bailar
ni de besar, robar, mentir
ni de correr, gritar, amar.)

Ha caido como un ángel desdichado
jodido y no arreglado
dejado del lado
del mal de amor,

que no llora
que no perdona
que no nos mueve
muñeca de cartón.

Sal por la puerta de atrás, que esto no lo quieres ver.
Ni gris ni negro ni blanco ni ruido ni nada
sólo la silla y la muñeca ahí sentada
desvestida
ensimismada
devastada
carita de cartón.

Sal antes de que llores y no voltées
no dudes ni un segundo
que alguna vez hubo azul profundo.
No dudes ni un segundo
que sí pasó.

Pero de esto que no te quede memoria alguna
pues es ahora una amargura sin dicha
sin muñeca
sin corazón.

Y si te quedas nomás no lo digas
nomás no te la creas,
que luego igual y sí es verdad,
que no tenemos nada
que no nos sobra nada
que no nos falta nada
sólo un poco de piedad.

Y si lo tienes
en la punta de la lengua
no lo digas
no lo pienses
no lo saques ya
que es tarde
que es temprano
y además de todo,
ya casi no es verdad.

8.4.09

De cómo paso mis tardes

Ya me siento como tu papá. No es que te crea mi hija, ni mucho menos; es nomás porque ahora dedico mis tardes libres a escuchar discos. Escucho muchos discos. Discos completos, discos con sal, discos buenos, discos malos, discos que de plano hubiera sido mejor ni grabar. Escucho discos y pienso en cuáles mandarte. Me acuerdo de la guitarrita y las uñitas largas y los lentecitos y la sonrisita: Petit papá. Lo único que me falta es un charpi y un arturito y un sillón forrado de piel medio destrozado por destrozos que desconozco.

En las tardes me siento y escucho discos que no escuchas tú. Escucho discos que me gustan, discos que casi no escucho, discos que son más disco que el disco mismo. Discos que me recuerdan cosas que no viví, discos que me recuerdan cosas que sí viví, discos que te gustarían a ti pero a mi no y al revés. Discos de plata, discos con mar, discos que me hablan de otro mundo. Discos de jazz, discos de rock, discos de dulce.

Y luego con un charpi -ese que no tengo como tampoco tengo ese sillón ni a arturito ni a una hija,- me siento a marcar con líneas las canciones que no me gustan, las dos o tres buenas, las que creo que te gustarían. Me siento y los escucho de principio a fin y es un momento mío en el que estás sin estar porque en realidad no estás aunque cómo quisiera que estuvieras. Pero no me preocupa tanto: yo paso las tardes escuchando discos. Discos sin nombre, discos llenos de historia, discos de alguien que conozco. Discos que me recomiendan, discos que busco, discos que encuentro. Discos que rompen, discos que enmiendan, discos que son horas y palabras y momentos y un segundo en el que me pierdo.

Y así paso mis tardes, escuchando discos, y aunque no tengo arturito, ni charpie, ni sillón, ni hija, sé que de alguna manera te tengo a ti y por eso paso mis tardes escuchando discos, para saber cuáles mandarte, a ver si te gustan.

Perfil del loser

Mis drunk calls se han convertido en drunk blog entries. ¿Qué hay peor que eso?

La situación: después de un día largo, con un empate que supo a derrota, un pescado que parecía chicle y harta chamba de güeva, decidimos reventar un poco, why not. La cosa es que se nos acabó el alcohol muy rápido. Lo que no se acabó fue la música y los fritos bailando alrededor de una mesa redonda mientras cantan canciones ochenteras. Ahí siguen, como poseídos por el ritmo ragatanga, mientras yo posteo esto que no tiene ningun sentido.

La siguiente rola es Escuela de Calor, Radio Futura. Me voy a unir al ritual orgiástico.

5.4.09

Mecánica del caldo

Eso: me siento como en un caldo de carnitas
de esos bien grasosos
y llenos de aceite quemado
donde flota un puerco completo.

Lo único que hace que me mueva
es el gran remo de madera
que no muevo yo sino otra cosa
que le da cierta gracia a la grasa.

Sólo falta que me pidan
de buche
de nana
de nenepil
para terminar con todo
para entrar enrollado en un tracto desconocido
para pasar de grasa a ácido
para desintegrarme y acabar, literalmente
hecho mierda.

Pero mientras
el remo sigue dando vueltas pa'delante y pa'trás
moviemiento circular uniforme que crea ondas en una superficie
[uniforme que soy yo
y nadie más
y la densidad también de un momento
¿qué sé yo, incómodo?
pero del que no puedo salir hasta que me pidan
con jardín
bien picado o en trozo
de nana
de buche
de cuerito
de maciza
de nenepil.

'Choo like tags?

Me complazco en presentar mi último descubrimiento: los tags. (Etiquetas para la RAE.) Están ahí abajito..

Lollipop o Epílogo de una Chaquetez

Empezó y terminó como casi todo y como casi nada. Ahora me acuerdo que fue ridículo. Es más, es tan ridículo que ni lo voy a relatar, que nomás voy a pasar un mal rato.

Lo que sí es que acabó el porompompom y sus derivados. Ya no más "you've got mail" ni restricciones; ya no más -ay es que eres grosero,- ni -¿por qué no se juntan? ni mi silencio posterior. La neta murió antes de su concepción y disque acabó bien; pero ps mira, para qué hacerse güey, no nos entendíamos. Me cae que intenté, pero sabíamos bien -y francamente lo supimos desde el principio,- que nomás no jalaba. Es mejor así, las cosas duras y a la cara; sin rodeos pa'que luego no vengan a contarle y le pinten la situación color de rosa.

Digamos que no me siento mal. Si no jala, no jala y punto; tampoco hay que forzar las cosas. Lo que me molesta sobremanera es darme cuenta que nomás no pifa entre polos opuestos. Todo ese rollo magnético es pura lengua que cuando se pone en práctica pierde sentido tan rápido como un -bueno, y ¿qué te gusta? seguido de un silencio que guarda entre paréntesis una cachetada.

Por cierto, no me agradezcas, en serio, no tiene nada que ver con eso. Así como no usamos las mismas palabras tampoco soy parte de tu protocolo ni quiero serlo. Si de juegos se trata prefiero las escondidillas o las trais, ahí por lo menos te cansas de reír y correr y no de estar intentando entender a una persona que no tiene el más mínimo interés en ponerse en tus zapatos tan siquiera un segundo.

Ahora es momento de decirte un adiós que ni siento ni espero que se convierta en hasta pronto. Adiós, persona gris, de corazón te deseo un contraste buena onda.

3.4.09

Mientras duermes

Estoy de mal humor, no hay porqué negarlo. Llevo horas sin parar de trabajar y nunca he sentido ni la más mínima gana de hacerlo. Por si fuera poco, me falta muchísimo todavía y esto parece no acabar. Decido salir a caminar y comprobar si eso de andar por calles vacías y en la noche realmente sirve para quitar el hastío. (En realidad sólo voy al Oxxo por una chela y unos cigarros, pero hay que meterle interés a esto.)

Cuando salgo de casa paso al lado de un hombre que está inmerso en un cuaderno, en el que anota cosas. Tiene una linterna en la boca. El lugar es una de esas unidades habitacionales setenteras, con filas y filas de edificios descarapelándose. Ojo: son como las tres de la mañana. ¿Qué hace un tipo anotando en un cuaderno a esta hora y en este lugar que parece como una hipócrita mímica del socialismo?

Las calles están vacías porque es lunes. Los semáforos parpadean en amarillo en una avenida que se siente dormida. De repente pasa un coche que me echa las altas. Camino y cruzo un par de calles y llego a mi destino: un luminoso local en cuyo umbral duermen tres vagos tapados con cajas de cartón -sí, sí es cierto que duermen así, no es cliché. La doña que atiende el Oxxo tiene una jeta del tamaño del mundo y recibe mi pago de manera gruñona y malhumorada. Regreso por la avenida y entro en la unidad. Paso un par de bloques y llego al sitio del señor del cuaderno.

Luego me dicen que es peligroso, que no ande solo por la calle, que hay gente mala a esas horas y que yo, siendo un güero, tendría que tener cuidado. Pero a mi me gusta salir así, me gusta pasear por una calle vacía, me gusta el ritmo de los faros de luz y cómo se mueve mi sombra debajo de ellos. Sé que se divierte.

Al pasar por su lado noto que ya no tiene la linterna en la boca sino en una mano. El cuaderno y la pluma los tiene en la otra. Me señala con la linterna en un movimiento silencioso. Sé que me llama a mi porque hace una señal como de morse, apagando y prendiendo la linterna. Cuando me acerco me hace una seña rara. Sé que me está pidiendo un cigarro. Lo saco, se lo doy, lo prendo. Da la primera bocanada como si fuera una delicia fumar. Saca el humo y como si se abriera una cortina veo sus ojos fijos en mi. Estira el brazo y me da el cuaderno y la pluma. La lintera la deja en el suelo cuando se levanta y se va, dejándome solo enmedio de los coches y los edificios.

Todo está quieto. Entre los coches se mueve alguien que va fumando y se acerca a la puerta del único edificio que tiene una ventana prendida. Cuando se mete al edicicio me doy cuenta que me falta esperar a que pase alguien más antes de que salga el sol.

Suplicio metrobusero

Parte 1
Cuando abrió sus puertas, miles de usuarios se avalanzaron sobre sus flamantes plataformas para atiborrar los camiones con un olor mezcla de gel, cebo y perfume sudado. No encontrabas lugar. Para entrar, incluso si no era hora pico, tenías que esperarte uno o dos camiones en una estación que de ancho tiene para dos gordos o cuatro flacos apretados. Después entrabas a un lugar tan lleno que ni siquiera podías ver si traías desamarradas las agujetas. Veías a los pobres chaparros con la chamarra del de enfrente embarrada en su cara y si te descuidabas podías darle un besito a alguien. Para bajar: agárrate, Ulises. Si no te ponías vivo tenías que ir a la siguiente estación, bajar y regresar en el de vuelta. Eso sí, llegabas rápido a donde fueras.

Parte 2
Ahora que abrieron la malconstruida extensión de la Ruta 1 (CU-Caminero), el gobierno de Marcelo decidió invertir en pinchemil camiones nuevos -eso sí, flamantes. El resultado es que ahora se viaja con cierta comodidad. Vas apretado, pero no le vas oliendo la cabeza al de enfrente. El problema radica en que son tantos los camiones, que generalmente hay tres en fila en una estación, lo cual hace que el tiempo de recorrido aumente considerablemente, haciendo todo el suplicio metrobusero aún más desesperante.

Pregunto, ¿en serio no se pueden planear más las cosas? Porque parece que en este país de sexenios, las cosas siempre se hacen mal y de malas y, como sabemos, las cosas mal hechas terminan costando más.

2.4.09

Retratos del Metro

He estado haciendo retratos de gente en el metro, nomás para pasar el tiempo. Tiene cosas padres, como la emoción de saber que los trazos tienen que ser rápidos y precisos, pues nunca sabes cuándo se van a mover o cuándo se van a bajar. Otra cosa interesante es ver la reacción de la gente, pues aunque generalmente busco sujetos dormidos o que están leyendo alguna cosa, algunas veces dibujo a los que me están viendo. De este grupo, hay algunos que se ponen nerviosos y se empiezan a mover más, otros que se sacan de onda y parece que hasta se enojan y hay algunos que hasta posan. En este ciudad de tantas vidas sé que no los volveré a ver, pero ahora tengo un registro de ellos plasmado en papel.

(Insert name) - II

Si supieras que hablo contigo casi todos los días, que eres como mi punching bag con el que desquito todo lo que me molesta, que cuando me pasa algo de eso que te pone la piel chinita te lo cuento todo aunque no estés, aunque se me olvide luego luego. Si supieras que en la noche te digo todos los detalles de mi día y que cuando tengo un destello de brillantez y locura, de esos en los que se te ocurre la solución, eres la primera en saberlo aunque nunca lo sepas. Si supieras esto y todo lo demás, pero luego me acuerdo que existe una barrera que nunca podremos cruzar o que tal vez no quisimos cruzar, pues no es tan fácil cuando uno está tan lejos.

Y luego salimos en una cita que tal vez no pasa, y caminamos por un lugar en el que no hay más color que nosotros, y chiflamos una tonada que los dos conocemos, y no hace falta nada porque te estoy contando todo eso que me tiene vivo, y es entonces cuando más te siento inerte, porque sé que aunque me encantaría escuchar tus respuestas y hablar contigo, lo que me respondes en realidad lo respondo yo. Entonces me acuerdo que sólo es una ilusión y que no estás ni existes como yo creo.

Pero sigo diciéndotelo, sigo contándote las cosas porque eres mi punching bag, ¿te acuerdas? Y creo que no pierdo la cabeza, aunque puede ser que la haya perdido desde hace rato. Aguántame un ratito, ahorita voy para allá. Espérame, que te alcanzo..

31.3.09

Nomás por llenar..

El otro día, paseando por el centro, me topé con un graffiti buenísimo que decía, tal cual, "quiero escribir algo pero no se que". Me encantó, sobretodo porque me vi a mi mismo escribiendo lo mismo. Confieso: soy un escritor frustrado. Me encantaría poder escribir de cualquier cosa, pero luego nomás no sale nada. Me paso horas frente a la chompu con el teclado enfrente y la luz de la pantalla en la cara esperando a las musas, pero no llegan. Concluyo: no se puede ser creativo twentyfour-seven.

17.3.09

Deutsche Demokratische Republik

Ahora que en mis ratos no cursis me imagino algo totalmente distinto. Me veo a mi mismo sentado en un departamento con paredes forradas de papel tapiz mohoso o duela. Por la ventana sé que el departamento en el que estoy es uno entre miles y miles, todos iguales y en hileras. Estoy viendo en la tele -una tele de esas con antenas de conejo y perillas en vez de botones,- primero el lanzamiento de algún satélite nuevo y luego un desfile militar que va por alguna gran plaza. Se escucha un reportero ovacionando el desfile a alaridos en un alemán fuerte. En los libreros del departamento hay libros de Lenin y Marx, puestos enfrente de libros del Stijl y de Duchamp. En la pared hay un poster de algún lider político. La música es electrónica minimalista, con sonidos totalmente digitales y monótonos. (Hasta aquí hay romanticismo, pues si bien me va, veo por la ventana la torre de televisión forrada de balón, y un Reichstag demolido por la guerra.)

14.3.09

Que te lo digo de una vez

Entendí que estabas lejos un día en que me contaste una anécdota rara. Me dijiste que ibas tarde a clase y que ibas corriendo distraída por un pasillo vacío cuando de repente y de reojo viste una cosa moviéndose en el suelo. Tu reflejo inmediato fue saltarlo y, cuando volteaste, viste que era una víbora. Mientras me lo decías yo veía la escena como si fuera una peli, con close ups a tus pies y un over shoulder en donde se veía a la víbora, desenfocada y al fondo. En mi cabeza, la escena pasaba al atardecer. No sé por qué pero en ese momento me sentí completamente alejado de ti y supe que tu vida ya no era la misma y que te habías ido para no volver.

Para los fans de la guitarrita

Me encontré con un discazo hace poco. Al parecer es la producción número veinte de la Red Hot Organization, ONG dedicada a crear conciencia acerca del VIH. Los músicos son varios pero todos buenísimos. Así es que si les late la onda guitarrita melancólica y son usuarios de rapidshare, disfrútenlo:

http://www.mp3tera.org/indie/VA-Dark-Was-The-Night-2CD-2009-DV8-10671.html

Even if he's not here

Ahora creo que habría que hacerle un homenaje a Bob Dylan todos los días.

8.3.09

Volver


Cada vez que me acuerdo de ustedes pienso en Carlitos Gardel regresando en barco a Buenos Aires. Volver con la frente marchita. Ese Buenos Aires que Le Corbusier imaginó como una línea de luz reflejada en el agua del Mar de Plata. Ese Buenos Aires con sus tintes europeos pero tan latnoamericano como todos los demás. Ese Buenos Aires asediado por dictaduras populistas y crisis económicas. Ese Buenos Aires que no conozco más que con Borges, Cortázar y Bioy. Sentir que es un soplo la vida, que veinte años no es nada. Adiós, Buenos Aires, algún día nos conoceremos.

7.3.09

En mis ratos cursis

Luego me siento como en una de esas pelis francesas. Me imagino un cuarto de caoba, completamente desordenado, en donde la lluvia pega en una ventanita que es lo único que le da luz al cuarto. Una música en stacatto acompaña la escena, en donde se alcanza a escuchar a una mujer llorar. Close up al rímel corrido. Se escuchan murmuros en francés de un hombre de unos cuarenta años que nadie alcanza a ver. La situación es trágica. Por la ventana se ve un quartier neoclásico equis de París. (En mis ratos cursis veo por la ventana a la Torre Eiffel o Montparnasse.)

4.3.09

Bajo el árbol

¿Cómo decírtleo? Ya sé: parecías un panda. No me malentiendas, no es en mala onda. Parecías un panda y ya. Tenías las piernas estiradas y la espalda recta. Además, comías con unas ganas buenas de comer, como si estuvieras entrándole duro al bambú. Te reías mucho y eso me ponía contento. Me dio una ternura enorme.

(¿Cómo no me va a dar ternura ver a un panda? Ese animal grandote y medio bobo pero noble a fin de cuentas, de esos que sabes que abrazan chido, no como esa gente que nomás te abraza por abrazar y que no sabe lo que es abrazar en serio, abrazar como un panda, con fuerza, pero no demasiada. Abrazar con firmeza, eso.)

Ya lo demás será lo que sea; pero hoy, metidos en esa sombra de acuarela mi estimado panda, te quise abrazar y sentirte cerca.

2.3.09

La ciudad hiper-real o la pérdida del espacio público


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La ciudad es la representación física del afán humano de conquista sobre la naturaleza. Como tal, la ciudad podría considerarse un lenguaje compuesto de una serie de signos que nos guían y nos dicen que por aquí podemos pasar, aquí podemos descansar, aquí vivir, etcétera. Así, a través de sus espacios públicos y según la claridad de estos signos, la ciudad se nos presenta habitable y cómoda o no, más como un lugar hostil.
En lo personal, creo que la ciudad contemporánea se ha alejado, dentro de la conciencia humana, de la idea de un sitio geográfico con dimensiones dadas. Ahora la ciudad se percibe como una compleja red de avenidas y servicios en la que nos desplazamos ignorando nuestro tránsito geográfico. La ciudad se ha adherido a lo que llamaré la hiper-realidad[1], en donde lo que domina es la idea de ciudad y no la ciudad como fenómeno de interacción y cohesión social.
Esta idea de ciudad, o ciudad hiper-real, es la ciudad en la que la gente ha olvidado el verdadero origen de la ciudad. Es la ciudad del consumo insostenible, del triunfo de la industria sobre la materia prima, del descuido y del desperdicio. Es la ciudad en donde vivimos sin vivir. Como resultado, el entorno urbano y sus espacios públicos han pasado a segundo plano pues nos movemos sin ver, guiados por una serie de símbolos que nos llevan del punto A al B, en un tránsito que se nos antoja lineal. Los problemas que citamos de ella se han vuelto banales, y nadie los discute con seriedad; las zonas históricas se consideran un espectáculo al que se va a pasear y no una referencia real; y nos hemos visto invadidos de publicidad y de un afán de estética dictado por modas.
Esto, unido a profundos problemas con las zonas de producción de materias primas, ha permitido primero la explosión demográfica en las ciudades y luego el desarrollo de grandes zonas definidas de la ciudad, como zonas comerciales e industriales que viven de día o “ciudades dormitorio”, en donde el uso es meramente nocturno. Así, la vida citadina se ve obligada a surgir a través de otros medios de comunicación, como el teléfono o el internet, mientras que el contacto humano y la palabra hablada de frente han ido desapareciendo.
Pensar en desarrollo urbano sustentable, que es, a fin de cuentas, pensar en una ciudad contemporánea, debe llevar implícito todas estas reflexiones. Así, tal vez recuperemos el alma mater de cualquier ciudad: el espacio público. Ese espacio real y físico en donde el diálogo triunfa sobre la discusión y los ciudadanos pueden ser eso exactamente: ciudadanos.



[1] Como lo hace Neil Leach en su libro “The Anaesthetics of Architecture” (La anaestética de la arquitectura)